
SOLO PARA QUE TE ENTERES
Dónde está el error
Muchos ciudadanos mexicanos, entre los que se encuentran: luchadores sociales; guerrilleros; pacifistas; militantes honestos de diferentes partidos políticos (pocos, por cierto), mujeres, jóvenes y hombres que actualmente ante una situación de violencia que horroriza, por la brutalidad como destrozan cuerpos, sobre todo de jóvenes y sin ningún miramiento ni dejo de sentimiento que todo ser humano debería tener, los arrojan en bolsas negras, donde se les antoja hacerlo.
Los recurrentes mensajes que se envían estos grupos delincuenciales en esa feroz lucha por apoderarse de nuestro territorio mexicano y comercializar sus drogas y hacer grandes fortuna, son enviar videos quitándole la vida a jóvenes que atrapan de grupo enemigo son de verdadero terror; dejar colgados cuerpos notoriamente torturas en puentes, con papeles en los que escriben amenazas de distinto tipo; esto no solo se ha visto en los últimos años, son décadas padeciendo por sus acciones, al obligar a jóvenes que son “levantados” y ya no se vuelve a saber de ellos.
Escuchar a las autoridades tanto a un Secretario de Seguridad Nacional, Omar García Harfuch, como a un personaje con una trayectoria más oscura que una noche sin luna que hoy funge como Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero decir: “muchos jóvenes se incorporan voluntariamente a esos grupos delincuenciales; otros acuden por una promesa de trabajo y al no aceptar ser miembros de dichos grupos, son asesinados por sus propios compañeros que si aceptaron”.
Que nos dice todo esto a ciudadanos que, por fortuna no hemos padecido de ese indescriptible sufrimiento de perder a un hijo o hija o cualquier otro familiar, dejando a toda una familia destrozada; lo lamentamos, nos invade el miedo a grado tal que no acudimos a las marchas, a las manifestaciones que los padre con hijos desaparecidos realizan para acudir ante las autoridades a exigir, no solo que se haga justicia a sus hijos o familiares desaparecidos, sino que haya seguridad para todos los ciudadanos.
Ellos a nosotros no nos excluyen en sus petición y cargando su dolor, se arman de valor para dar la cara y a pesar de haber varias madres asesinadas por esa acción, no se atemorizan y siguen buscando a sus hijos desaparecidos, hace varios años, otros recientemente.
No podríamos hacer parangones con las pérdidas humanas que ocasionan hombres al provocar guerras, en las que a ojos del mundo entero, destrozan ciudades, vidas de hombres, mujeres, niños, jóvenes, en hospitales, casas, empresas, porque la ambición rebasa el sentir propio de un ser humano; no hay adjetivo que pueda describir a esos asesinos cuyo poder presidencial los hacen sentirse dioses y cortar con total impunidad, millones de vida para tras esto apoderarse de territorios e instalarse como dueños.
Los ejemplos que la historia da, desde antes incluso de la primera guerra mundial de que, para tener poder hay que matar, son tomados en la actualidad y vemos en televisión como si de una película se tratara, de los misiles, bombas, metralletas y armas cada vez más sofisticadas; el empeño que presidentes ponen en tener cada vez un arsenal armamentista cada vez más sofisticado y mortal.
Cuando el poder despojar al prójimo, sea un solo individuo o un país entero, sea a través de matar, no hay respuesta a la pregunta que como ciudadanos o sociedad en su conjunto nos hacemos, ¿que hicimos mal?, porque, está a nuestra vista.
Actualmente, los países más poderosos del mundo, gruñéndose los dientes, para obtener ventajas y acrecentar sus riquezas a costa de los países más favorecidos por la naturaleza, pero, menos protegidos armamentistamente hablando.
Los países de América, norte, centro y sur, con diferencias que, no les ha dado su inteligencia, sino sus respectivas ambiciones para que la desunión sea la grieta aprovechada por los gobiernos estadounidenses permitiéndoles con tal desunión despojarlos de todo cuanto pueden.
México, nuestro querido México, con sus padecimientos, injusticias, injusticias y desigualdades por décadas, ha cifrado sus esperanzas en un cambio, no solo de presidentes, sino en una verdadera transformación que, terminado el primer sexenio, no se dio a plenitud; algunos justificaran: “en seis años no es mucho lo que se puede hacer”, frases por mucho tiempo escuchada.
En el actual sexenio encabezado por Claudia Sheinbaum Pardo, se valora en su justa medida su actuar, pero demostrar ignorancia al poner en manos de la seguridad de los mexicanos a un personaje que, formara parte del equipo del hoy encarcelado por sus nexos con narcotraficantes en Estados Unidos, Genaro García Luna, deja mucho que desear y poco por esperar; se le dijo pero, no fuimos escuchados.
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