Generalidades

¿Estoy en lo correcto?
Un debate es una técnica de comunicación que consiste en la confrontación de ideas u opiniones diferentes sobre un tema determinado. Sirve para plantear, exponer y conocer diferentes posturas y argumentaciones sobre un tema específico, su finalidad es la de llegar a una conclusión o convencer al adversario o a una audiencia.
En los debates hay continuamente un intercambio de ideas y de puntos de vista. Por ese motivo, resultan muy útiles en foros específicos para llegar a una conclusión, en periodos electorales para convencer a los votantes o como herramienta pedagógica.
Ahora bien, en un auténtico debate de ideas no ganan o pierden personas, sino que todos ganamos, porque ganan los mejores argumentos y las ideas más convincentes, en un auténtico debate de ideas todos aprendemos, incluso a matizar nuestras posiciones, a reconocer errores, a comprender la complejidad de los temas, y nos alejamos de la simplificación que polariza la sociedad.
El grave problema que tenemos nace cuando se llama debate a lo que no lo es, cuando se confunde argumentar con agredir a las personas, cuando se confunde exponer argumentos con hacer un monólogo donde las ideas del otro no me interesan, o cuando se confunde un debate con un campeonato deportivo o un programa de entretenimiento.
Lamentablemente, los fanáticos de su personaje favorito celebran la agresión como si hubiera anotado un punto a su favor. Con tristeza y decepción uno puede encontrar cada vez más personas públicas en las redes sociales o en debates televisivos que, cuando no les gusta un argumento, agreden a quien solo presentaba discrepancias o ideas propias con todo su derecho a hacerlo.
De tal manera que, la salida más fácil y más pobre es insultar o incomodar al otro refiriéndose a su vida personal o juzgando supuestas intenciones que no tiene.
Aunque no es algo tan nuevo, viene creciendo la normalización de la agresión personal ante la discrepancia, lo preocupante es que se vuelva tendencia el mal ejemplo político de encasillar a las personas, agredirlas si entendemos que no están de nuestro lado, aunque solo sea por prejuicio, tristemente no se escapa de esta práctica ningún partido político.
La polarización social seguirá ganando mientras se siga confundiendo a las personas con sus ideas, y mientras no podamos mostrar aprecio y respeto por todas las personas, y que con libertad podamos criticar sus ideas sin que por ello se entienda como ataques a las personas o que tengamos que estar de un lado o del otro.
En otro orden de ideas, si un debate se lleva a cabo durante periodos políticos, los seguidores de algunos de ellos, después de que pasa ese periodo político, es normal que siempre hay un ganador y un perdedor. Púes precisamente, después de todo este tiempo, unos y otros seguidores, continúan debatiendo y agrediéndose por querer imponer sus ideas o denostar al ganador, cuando ya no hay tema o debate para seguir perdiendo el tiempo en aquello que ya fue expuesto y lo vemos en las redes, plataformas y demás medios tecnológicos que tenemos a nuestro alcance.
Finalmente, es frecuente ver que se encuadra a las personas en una identidad a la que se le atribuyen ideas que esa persona tal vez no tenga.
En lugar de preguntarle al otro qué piensa, es más cómodo creer que, si sabemos cuál es su partido político, su religión o su filósofo favorito, ya sabemos todo lo que piensa. La realidad de cada ser humano es mucho más misteriosa, sorprendente, diversa y compleja que nuestros esquemas simplificadores y nuestras cómodas etiquetas cargadas de prejuicios. Todos hemos visto entrevistas donde la persona queda encerrada en preguntas cargadas de prejuicios, donde ya se presupone lo que va a contestar.
Respetable lector, seguro estoy de que usted tendrá la mejor opinión, gracias por leerme y aportar a mi mejora colaborativa.
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