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Influencia o Plagio

Influencia o Plagio
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¿Y Quién es Usted?
Por: José Ruíz Mercado
Charlábamos varios amigos acerca de vivir en una sociedad globalizada. Nos
detuvimos en esto de la personalidad y el ser gentil. Problema grave. La cualidad
de la socialización radica en la estructura de tu trabajo, decía uno de ellos.
Una sociedad globalizada ofrece pocas posibilidades de novedad. Ya se dijeron
tantas cosas que es difícil ofrecer lo auténtico, ese don propio que es el estilo.
Afirmó otro de los ahí presentes.
¿Por qué se copia? Porque nada tengo por ofrecer. Idéntico al resto soy parte de
la moda. Y si me copian a mí es porque yo sí tengo algo por decir. Quien me
plagia, no puede llegar muy lejos, a lo máximo se quedará en la superficie ¡Sólo
tendrá mis fallos! Dijo con toda seguridad otro de los ahí reunidos.
Nadie contestamos. La verdad su respuesta al hecho estaba plagada de
interrogantes. De situaciones. De verdades, las cuales, posiblemente no habíamos
pensado.
De ser verdad la población adolece de este interés. Nada por decir, todo
por lucir. Eso nada más por entrar en la superficie. En lo económico viene otro
punto, lo pecuniario a partir del plagio. La falta de ética, otra forma de robo.
La moda a partir de copiar un modelo. Esto lo vemos en todos los rublos del
arte. La pintura, la música, la literatura, el teatro. La repetición, lo ya probado, la
posición a partir del modelo.
Se realizan eventos a partir de creer que con hacer el esquema seremos el otro,
el idealizado. Los músicos llevan a cabo los mismos acordes, posiblemente para
hablar de innovación y vender. En teatro las obras se repiten hasta el cansancio
por desconocer la dramaturgia, pero eso sí, siempre se habla del estreno, de por
primera vez, y otros adjetivos.
Se evita pagar derechos de autor, se hacen adaptaciones, hasta existen obras
de temporada con la leyenda de por única ocasión, o el clásico nunca antes vista,
o sencillamente, venga a reír como nunca.
México es el país con menos respeto al trabajo intelectual. A pesar de tener una
legislación en este rublo de los más aventajados. Todo es a favor de la
popularización del arte, del acercamiento a la lectura.
A partir de 1964 México entró al circuito del respeto al trabajo intelectual. La
Convención de Berna amparó el respeto a la libertad de expresión, a la mayor de
las libertades humanas: El derecho a vivir dignamente de tu trabajo, siempre y
cuando este sea lícito.
Los organismos encargados de cuidar estos derechos, la UNESCO, entre otras,
han estado al pendiente de que esto se lleve a cabo en el mejor de las relaciones
fraternas.
Así, además de una Ley de Derechos y Obligaciones de los trabajadores de la
Cultura [en dónde está contemplada la propiedad industrial] se encuentra el Día
Mundial del Teatro, el de La Danza, La Música, Los Derechos de Autor, La
Libertad de Expresión, entre otros.
La industria editorial ha tergiversado el día de Los Derechos de Autor, por el Día
del Libro. Algo similar acontecido con confundir el Día del Actor, con el del teatro.
La particular como lo universal, y en el primero, el objeto por el sujeto.
Cuando nos acercamos a una obra, lo más común es observar las influencias, lo
que viene atrás. Entonces podemos hablar de un autor primerizo, de quien no
tiene resuelto un camino. Luego, lo vemos crecer, y cada vez toparnos con un
estilo identificatorio.
Esta es la conducta, aquella en donde un crítico tiene las bases suficientes para
decir quién es, a donde va, para así seguir su trayectoria. Autor mayor o autor que
no pudo crecer, que jamás dejó los inicios.
La industria, la política oficial, los propios integrantes de la comunidad intelectual
se han vuelto cómplices del plagio. Por pereza, analfabetismo, o vaya usted a
saber los motivos.
La verdad sigue siendo esa. Nada tiene por decir. Sus límites son pocos. Una
beca, unas monedas lo sostienen. A los años, se convierten en autores
presentistas, deseosos de estar en los espacios claves.
Por lo pronto no olvidemos que los derechos de autor son parte de los derechos
humanos: El derecho a vivir de tu trabajo dignamente.

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