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La oposición y su defensa del INE

Javier Orozco Alvarado
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Javier Orozco Alvarado
Javier Orozco Alvarado

La oposición y su defensa del INE

La lucha por el poder en México sigue latente, pues la nueva estrategia de los partidos de oposición, el sector empresarial y una parte de las universidades mexicanas de corte neoliberal, buscan involucrar a la sociedad civil para ir en contra del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Bajo el lema de “EL INE NO SE TOCA” se unieron en una marcha nacional el pasado domingo 13 de noviembre, todos los partidos que inicialmente conformaron el movimiento Va Por México (PRI, PAN y PRD), así como quienes se dicen, desde el ámbito educativo y empresarial, defensores de la democracia.

En realidad, la democracia ha sido un largo proceso por el que México ha transitado muy lentamente y no con pocas dificultades; pues cualquier reforma, sea económica, política o judicial, siempre encontrarán resistencia de los distintos grupos, como ha sucedido recientemente con las iniciativas de reforma eléctrica, la Guardia Nacional o la Electoral que está proponiendo actualmente el gobierno federal.

Y es que personajes que han apoyado otras reformas, que han atentado contra la educación, la economía nacional, la autosuficiencia energética, la democracia o la seguridad, ahora se oponen a la necesidad de seguir evolucionando como país. Pues en dicha marcha estuvieron presentes personajes como Elba Esther Gordillo, Roberto Madrazo, Fox, los líderes del PRI, PAN, PRD, el empresario Claudio X González, líderes universitarios, por citar algunos; quienes aportaron sus contingentes desde los diversos estados de la república o de municipios donde aún gobiernan o controlan el poder.

Lo cierto es que dicho movimiento no cuenta con un verdadero liderazgo, con una dirección que encabece el proyecto de la oposición para construir el país que queremos todos los mexicanos. Por eso el INE sí debe reformarse, como se reformó la Comisión Federal Electoral, la cual organizaba las elecciones desde 1973, desde la Secretaría de Gobernación, hasta la fecha en que se creó el Instituto Federal Electoral (IFE) en 1990; con lo cual pasamos de una democracia dirigida por el Estado a una democracia electoral representativa.

Dicha reforma permitió transitar hacia elecciones más democráticas a partir de 1990, después de la amarga experiencia del fraude electoral de Carlos Salinas de Gortari en 1988, orquestado por su Secretario de Gobernación con la famosa “caída del sistema”.

Por eso, ningún organismo público, político, social o electoral debe ser intocable, para poder construir una mejor sociedad y un sistema democrático más confiable y más transparente. De hecho, la reforma electoral de 2014, que transformó al IFE en Instituto Nacional Electoral (INE) nos ha permitido tener elecciones más organizadas, mejor fiscalizadas, más transparentes y más participativas.

Ahora necesitamos tener un Instituto electoral que nos permita construir una democracia más participativa, que sirva a los ciudadanos y no sólo a los partidos políticos o a las cúpulas del poder; que nos permita eliminar los diputados plurinominales, reducir el financiamiento a los partidos políticos, el costo de las campañas políticas y de la burocracia del INE.

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