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Encontrar Nuevas Tierras

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¿Y quién es Usted?

José Ruíz Mercado

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Resulta difícil hablar del pasado sin revisar la grandeza del futuro. Mencionar la
obra de las oficiantes de la literatura de la región nos conduce a indagar las
relaciones entre los partícipes de la vida cultural.

En la superficie pareciera ociosa la pregunta. Entender la procedencia es
comprender las aportaciones concretas, el crecimiento, la propuesta genealógica,
la grandeza del autor.

La sociología de la creación nos lleva a observar los caminos seguidos por quien
llega a sostener una obra que los ampare. Esto en una primera fase. Pero, lo
siguiente es analizar su crecimiento.

Las ramas de un buen árbol ofrecen excelentes frutos, se comenta como parte
de la sabiduría popular, de ahí la fortaleza de quienes abrevan de ese fruto. Más
esto es sólo el inicio.

Se habla de generación cuando, a partir del conocimiento de dicho árbol, el fruto
nos refresca con buena semilla. Hegel en su teoría de la estética nos lo dice de la
manera más concreta. Un grupo conoce a partir de la enseñanza, dicha
enseñanza la asimila y nos acerca a otro producto nacido del ingenio de este
grupo social. Nada se da de la nada.

Cuando esto acontece podemos llegar a hablar de una generación. La
aportación a la humanidad. Algo parecido a recibir para luego dar engrandecido.
Somos seres sociales y nuestro hacer se da dentro del grupo.

Nadie puede decirse que surgió de la nada. Por lo tanto, mencionar el
autodidactismo como único, resulta un error metodológico. Tenemos una cuna,
todo un saber proveniente de los primeros días de nuestra vida. Esto nos lleva a
tomar una determinante: Leer a ciertos autores similares a nosotros, por ejemplo.

La necesidad de conocimiento nos lleva a convivir con un grupo de ideas afines,
uno de ellos es quien tiene mayor experiencia. Iniciamos el camino ¿Cómo lo
hacemos? Ahí viene la parte propia. Lo nuestro.

En esta colectivización pasamos a un método de lectura. No es sólo con lo que
nos identificamos. Viene la primicia, estructura que nos permite iniciar la
construcción del edificio. La lectura con un fin.

En efecto. Resulta difícil hablar de la grandeza de quién nos dio la oportunidad
de iniciar. Reconocer a nuestros tutores. En la colectividad, como sociedad del
conocimiento, una justificación ética es darle su espacio a quien se lo ganó.

Carlos Vevia Romero, maestro de muchos, en sus escritos teóricos, muchas
veces sostuvo la necesidad de un sociólogo de la cultura.Estudiar a los grupos y
su participación nos auxiliaría a comprender, a sabernos parte de la sociedad.
Pero no es exclusivamente la ausencia de los especialistas en el área.

También requerimos de psicólogos especializados en el arte. Todo un cuerpo de
trabajadores de la cultura nos llevaría a no depender ideológicamente de otras
economías.

Cuánta ausencia nos hace creer en lo espontaneo como valido. Nos hemos
retrasado en el crecimiento. Cada día aparecen más analfabetas técnicos con
título universitario por la creencia del facilismo. Luego decimos de la culpa de las
máquinas como si estas fueran humanas.

Estamos ausentes de nosotros mismos cuando responsabilizamos al objeto, ya
hemos rebasado culpar a quien esté más cerca. Primero fue uno de los
progenitores, después el Estado, ahora es el Internet el responsable de nuestra
conducta.

¿A qué responde esta ausencia de sensibilidad? ¿Esta falta de ética? Estamos
en la puerta de otra pandemia por la irresponsabilidad de no cuidarnos en lo
mínimo, le echamos la culpa a un virus que ni siquiera tiene cerebro. Le echamos
la responsabilidad a un ente extraño.

La pregunta no es tan ociosa como creíamos. Entender la procedencia es
entender el ciclo social. Nada se da de la nada. Causa y consecuencia.

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