Guadalajara, Jalisco. El estado de Jalisco dícese constructor de paz, no puede o no quiere mediar el conflicto con la Universidad de Guadalajara, a pesar de contar con expertos en mediación y resolución de conflictos e invertir dinero público en capacitaciones para mediadores y mediadoras gubernamentales, la paz no llega.
La paz es compleja y requiere una serie de procesos fincados en el diálogo, comunicación y negociación sin embargo parece ser que pesan más los intereses políticos y económicos de ambas instituciones que su deseo de pacificarse.
El rector de la Universidad de Guadalajara ha dado a conocer en las redes sociales su posicionamiento de porque la marcha del 26 de mayo del presente año a las 11 horas, levanta la voz y exige dignidad, libertad de expresión, y por el futuro de los niños y niñas pide que el gobierno estatal invierta en lo que requiere Jalisco que es Educación, parece ser fácil de resolver, no obstante la guerra sucia se ha ido desenvolviendo involucrando a todas las clases sociales de Jalisco; unos y otros piden la solidaridad de la sociedad jalisciense. El Congreso del Estado y el Poder Judicial se ha unido al Gobierno del Estado a decir ¡Ya Basta! al coto de poder de la universidad, sin embargo tanto al primero como al segundo les resta credibilidad al no conservar su imparcialidad en el asunto y la separación de poderes queda en el limbo.
La cultura de paz esta cimentada en una educación para la paz donde la cultura de la transparencia, de la legalidad y la resolución de conflictos deben de preponderar, y la sustancia de la cultura de paz solo es posible cuando se construye en coherencia, sin esto, por más que se cacaree que sé es constructor de paz es falacia pura.
Ambas instituciones se atacan entre sí, ambas exponen sus razones, lo real es que se empieza a polarizar el clima social y político de Jalisco, unos convocando a marchas para mostrar músculo quizá, otros gastando dinero público en desplegados que no autorizo el pueblo.
Así la paz de papel en Jalisco.
Pax