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Secuelas y remanentes de Covid

Blanca Nieves Palacios
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Blanca Nieves Palacios Barreda

Blanca Nieves Palacios

Secuelas y remanentes de Covid

La historia del coronavirus o SARS-Cov2, se remonta a los años entre 2002 y 2012, formando parte del grupo genético de virus del SARS-CoV y el MERS-CoV teniendo su aparición en China y Arabia, adjudicándoles el contagio a los murciélagos y a los camellos.

No se recuerda que, en ese tiempo, la propagación haya sido a nivel mundial, tal como ocurrió con la Covid-19 al ser reportado por autoridades sanitarias de China a través del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades que, en la ciudad de Whuan, en la provincia de Hubei, aparecieran 27 casos de un tipo de neumonía, y se dieron señales de alerta el 31 de diciembre de 2019, adjudicando en esta ocasión a los mariscos y a animales vivos.

Ante la rápida evolución de este virus, se conjuntaron esfuerzos de científicos para casi un año después, notificar al mundo que, las primeras vacunas estaban ya listas para su aplicación.

La guerra comercial daría inicio entre China y E.U.; el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Zhao Lijan declaró que: “Podría haber sido el ejército estadounidense quien trajo la epidemia a Whuan”; la respuesta no se hizo esperar, Tom Cotton, Senador del Partido Republicano declaró que: “el virus podría haberse originado en un laboratorio de bioseguridad de Whuan”.

Por su parte el presidente Donald Trump no perdía ocasión para denominarlo como: “virus chino” o “el virus de Whuan”; el gobierno chino respondería que: “se retractara de esas infundadas acusaciones” e insinuaban que: “era probable que cuando se realizaron los juegos deportivos militares y acudieron miembros del ejército estadounidense ahí precisamente en Whuan, plantaría ese virus.

Para variar, los ciudadanos del mundo en la ignorancia de la realidad sobre esta pandemia, tal como ocurrió con el Síndrome de Insuficiencia Adquirida (SIDA) en 1981 en New York, adjudicando esta enfermedad a los simios; con la Covid-19 el daño al mundo ya se había iniciado, junto a la venta de vacunas en todo su apogeo, lo mismo que los cubrebocas, líquidos de diferentes, guantes y hasta tapetes, para contrarrestar el contagio.

Los gobiernos de todos los países se peleaban por adquirir esas vacunas; las farmacéuticas haciendo negocios multimillonarios; en tanto se presentaban al mundo cifras aterradoras de muertos por la Covid-19.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), en calidad de referí, entre los E.U. y China, recomendaba: “no vincular el virus con una zona en particular para evitar estigmatizar a un colectivo”.

Se puede decir que, vivimos una verdadera guerra biológica y sin saberlo, pero con el temor propio de una guerra armada con fusiles, tanques, bombas, y misiles; encerrados en nuestras casas, temerosos de que llegara el enemigo, nos contagiara y muriéramos, sin tener mayor información que la vista por televisión y conociendo el número de fallecidos por el coronavirus diariamente.

Quienes sufrieron de esa rara neumonía, afirman padecer secuelas, tales como, afección auditiva; perdida de la memoria; dolores en el cuerpo, insomnio, etc.

Quienes si aprovecharon bien la pandemia fueron los dueños de los grandes supermercados, cuyos remanentes de ganancia llenaron y de sobra sus expectativas: despidieron personal; empezando con los cajeras; a los empacadores que, en su gran mayoría, son de la tercera edad; dejaron de proporcionar bolsas, estas se tenían que pagar; y el aumento de precio se dio de manera desmedida.

Instalaron cajeros automáticos, convirtiendo a los clientes en, cajeros y empacadores; a los empresarios dueños de esos supermercados, lo mismo que los que vendieron vacunas, guantes y cubrebocas, si les fue muy bien y se quedaron muy acostumbrados a esos remanentes que les trajo la pandemia.

Al preguntarles, ya declarado que terminó el peligro de la pandemia, ¿Por qué no proporcionan bolsas?, la respuesta es: “estamos cuidando el ambiente”; nada mas falso que esa respuesta, no cuidan ni la salud de los clientes que ahí acuden cotidianamente a comprar artículos de toda índole y sus alimentos que, la gran mayoría perjudican enormemente el organismo de los humanos y por supuesto los refrescos embotellados de plástico, que luego son arrojados al mar; que van a andar cuidando, lo único que siempre han cuidado son sus fortunas.

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