¿Y quién es usted?
Por: José Ruíz Mercado
“Ningún poeta lírico se enfrenta a la muerte como si fuera una entidad abstracta y difusa, sino a la encarnación, súbitamente dolorosa, que el rostro descarnado de la muerte asume” Escribió Jaime Labastida en ese estudio de profundos ecos publicado en 1974 por la Organización Editorial Nova
“Libro sorprendente por su precisión y enriquecedor por su contenido” escribió Augusto Monterroso para ese, estudio, análisis, progresión temática: El Amor, el Sueño y la Muerte en la Poesía Mexicana.
Existen libros que marcan una generación, otros se convierten en voceros políticos, así se van tejiendo hasta agotarse. Los hay otros tan necesarios para comprender la respuesta a circunstancias socio cultural. Y ahí está el libro de Jaime Labastida.
Dime que lees y te diré que piensas. Dime que lees y te diré que necesitas. Somos los libros que leemos, lo que nos maravilla. Somos parte de la sociedad del conocimiento, porque a cada lectura abrimos otro universo. El nuestro y el de los otros.
Cuando nos acercamos a un libro deseamos reconocernos. Decir de nosotros como adentrarnos en ese mundo, a lo mejor añorado, posiblemente reconocible con su estructura filosófica, social, antropológica.
Otro libro, el publicado por Martín Casillas Editores en 1985, en selección, notas, presentación de Sergio Mondragón. República de Poetas. Habitantes de las letras, las propuestas de voz en su contexto histórico, como quien dice poesía en su tinta.
Con más de cuatrocientas páginas, treinta y seis poetas. La antología es fruto de lecturas, escribe David Huerta en la contraportada: “leída por sus autores ante públicos de una diversidad infrecuente en los programas de difusión literaria de nuestro país”
Y continúa enumerando los públicos: “vecinos de multifamiliares, internos de los modernos reclusorios, enfermos convalecientes en hospitales, niños de escuelas primarias, estudiantes d educación media y superior, empleados de oficinas gubernamentales, gente de barrios populares” y continúa mencionando las bondades de esa aventura poética.
Quince de junio de 1985. A escasos tres meses de septiembre apareció la República, como el mismo David mencionó: anti platónica y mexicana, a cargo de Sergio Mondragón, el mayor beat de México, el codirector de El Corno Emplumado al lado de Margaret Randall.
Escribe Mondragón en la página 148: “La poesía de Huerta es una conversación inteligente que el lenguaje sostiene consigo mismo. Contemplación del ser intelectual, sus poemas son una reflexión sobre el estar y el ser, y también acerca de la escritura, el estilo, la forma ¿Qué es la realidad? ¿Qué es el yo? La respuesta es imposible o en todo caso siempre provisional, a menos que toquemos con la vista la raíz misma de nuestro lenguaje, allí donde el significado no sólo pierde el aliento, sino que queda sin sentido”
En este mismo, Mondragón comenta de la relación de los aquí antologados con los poetas anteriores, así dice de David Huerta la continuación de José Gorostiza, esa relación estilística, histórica, originaria.
Estudio, el de Sergio, con toda la metodología estricta. Bien se habla de la calidad del analista, del bagaje teórico, los porque un libro se vuelve indispensable, la calidad teórica, rigurosa que implica el método materialista.
Muchas vueltas. No deseo decir del fallecimiento de David Huerta el pasado tres de octubre. Prefiero ir a leer su obra, a la visión metafísica de como la obra de un poeta perdura en el tiempo. Nació un ocho de octubre de 1949.
David Huerta es uno más de la generación del 68. En 1976, editorial Era, publica Cuaderno de Noviembre, para los analistas, su obra cumbre. En 1978, el Fondo de Cultura Económica, Versión.
“El sueño es la espiga de plomo que se trilla para sacar esa palabra” reza un verso de Cuaderno de Noviembre. El sueño, la palabra, el estudio de la conceptualización de la triada en la cultura mexicana de la cual habla Labastida.
David Huerta. Del ocho al tres de octubre. Aún no llega noviembre. “Alguien hablaba de la lluvia. Dejo de escribir”
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