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Personajes Urbanos

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¿Y quién es Usted?
Por: José Ruíz Mercado

Todas las tardes lo más común fue escuchar la oferta. Usted puede ser
millonario con un boleto de la lotería. Siguiendo la tradición de Chava Flores (¿A
qué le tiras cuando sueñas mexicano? ¿A hacerte rico con la lotería de un millón?)
la voz de los portales, frente a la Merced, se escuchaba: ¡Pala Ola!
Una ciudad también se pinta de sus personajes. No son exclusivamente sus
edificios, son también a quienes nos encontramos en las calles con una cualidad
propia. Los pensadores, quienes con su obra le han dado identidad a la ciudad.
Importantes son los espacios en donde se producen los acontecimientos. La
calidad de los espacios son la calidad de la ciudad. Los teatros, los cafés, las
avenidas, los centros de estudio. La gastronomía también es importante. Delimita
estratos sociales, origen, entre otros elementos sociológicos.
Para 1958 se remonta la obra de Chávez Morado en la Escuela Normal de
Jalisco, esa obra monumental de bienvenida a los alumnos, futuros profesores,
educadores de la infancia, puerta de entrada a la sensibilidad y al respeto de
nuestra gente, nuestra cultura.
Aquí todo se conjuga. Así es una ciudad, una urbe cosmopolita, donde la
imaginación vuela en los tiempos para ofrecerse sola a los ojos del espectador
creativo. Profesores y alumnos entran y salen del magno edificio de la Normal
para llegar al centro con sus comercios y el canto wagneriano de Mingo.
La Avenida Alcalde luego transformada en 16 de septiembre, estamos en una
ciudad mexicana, y como todas las poblaciones, sus calles centrales hacen eco a
la Independencia, con sus trasportes colectivos, las rutas de autobuses con
dirección a muchas partes.
La Avenida Alcalde con sus nombres hoy se aleja de los transportes colectivos
por uno subterráneo y cientos de bicicletas que igual a ayer, impiden el paso libre
al peatón. Sólo ahora sin Mingo.
De la Normal al Centro, por 16 de septiembre, se encuentran las oficinas de la
Lotería Nacional. Y ahí, en uno de sus muros está la historia de la lotería
mexicana, la historia con sus personajes: ¡Mingo! Dice eufórico uno de sus
compañeros. A Domingo lo apoyamos, siempre con su billete en la mano,
anunciando la buena fortuna.
Guadalajara es otra sin el aviso de la temporalidad, será para hoy, si, usted será
millonario hoy, decía Mingo con su ¡Pala Ola! Tan de él, tan cierto entre los
motores de la avenida.
¿Pero quién es el autor de ese mural? Se pregunta el turista ante el color, la luz,
la esencia de ese emblemático espacio. La duda llega con mayor fuerza cuando
se cuestiona ¿Cuándo un billete traerá la imagen de ese mural con el nombre del
autor si ya han salido otros billetes de otros espacios, otras ciudades, en donde se
encuentran oficinas de la lotería?
A Mingo lo apoyamos, se dio a querer entre el gremio, y su mamá, una señora
noble, de gran corazón, dice uno de los compañeros agremiados, igual, eufórico,
con ese sentimiento entre el orgullo y la nostalgia.
Luego la pregunta ¿Conoce al autor del Mural? El silencio, la duda, luego, el no,
como si el mural estuviera ahí desde siempre, porque Mingo ya es historia, ya es
leyenda. Mingo con su canto wagneriano: ¡Pala Ola!

Desde la Normal hasta las oficinas de 16 de septiembre, pasando por la Merced,
se escribe esta historia. Ángel Medina, el maestro de muchos, el profesor de la
Escuela de Artes Plásticas de la UdG, de la Escuela Normal de Jalisco, es el autor
de este mural.
Ángel Medina fue discípulo de Francisco Rodríguez Caracalla, Jorge Navarro,
Ramón Villalobos Tijelino, entre otros de los grandes maestros de esa escuela, la
cual luego pasó a formar parte del CUAAD, la escuela de Belén, el rumbo
caminado de la Normal a las oficinas de la lotería.
Nombres, obra, autores, seguimiento. En el 2006 sus alumnos ofrecen un
reconocimiento en Mazamitla, hasta allá van sus consejos, la fiesta de los años
aprendidos.
Creo fue en octubre cuando, en un espacio, un café de nombre Ocio, en
Mazamitla, Jalisco, se reunieron Ipsaim Ruiz, Augusto Metztli, Jalil, una velada con
una exposición llamada Y, Sin Embargo. Fiesta, si, porque el homenaje a un autor
debiera ser así. Con trabajo.
Ya va para más de una década de ese reconocimiento a la obra. La labor, el
trabajo docente, el personal hacen a una ciudad grande. Con sus personajes. Su
color, su fuerza, su identidad.
En ese mural está parte de la historia de una ciudad, de una institución que
ofrece sueños, esperanzas, ¿Verdad Chava Flores?, porque quienes lo oímos
alguna vez seguimos escuchando ¡Pala Ola!

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