OBSERVANDO
Patricia Alvarado
Guadalajara, Jalisco.- En nuestro país muchas mujeres, adolescentes y aún niñas maternan desde tiempos inmemoriales, el 10 de mayo como una de las fechas con más resonancia y celebración que hay entre la sociedad mexicana. Anteriormente las mujeres tenían entre diez y doce hijos y estos se cuidaban unos a otros, no era la madre sólo la que cuidaba, sino que ahí estaba y sigue estando “la nana”, la abuela, las tías, las hermanas, las amigas, etc, etc.
A cien años de la celebración de esta fecha tan emblemática para el pueblo mexicano a la mujer mexicana se le ha relegado al espacio privado como una especie de procreadora negada a sí misma para el bienestar de propios y extraños.
La historia nos cuenta que esta fecha es la respuesta a una convocatoria del periódico Excélsior por su director Rafael Alducín para ensalzar a la madre mexicana uniéndose a ello José Vasconcelos entonces Secretario de Educación, así como el arzobispo primado de México, Cruz Roja, Cámaras de Comercio, pudiendo observarse que los ámbitos sociales, políticos y religiosos se unían para mantener a la mujer dentro de este “trono” con limitantes tan poderosas para el desarrollo de sus potencialidades personales, eran tiempos donde el feminismo y la lucha por los derechos humanos de la mujeres empezaban a visibilizarse y diferentes sectores intentaban apagar sus voces.
La maternidad trae connotaciones tan fuertes que es difícil abstraerse de esta celebración, por años la mujer ha estado en la palestra de la negación de sí misma por el bienestar de la familia, no obstante, en los últimos tiempos esta celebración ha sido cuestionada para develar que un sistema de cuidados es imprescindible para que México realmente este a la vanguardia de la protección de los derechos humanos de las mujeres.
Preciso es dejar de romantizar este día, darle el valor justo, máxime cuando la mujer nunca ha sido la impulsora de un día para que se le celebre por elegir la maternidad, una maternidad que es de dos, con responsabilidad tanto de la madre como la paternidad del padre como entes cocreadores de vida.
La mujer recluida al hogar es desprotegida de sus derechos tan básicos como lo son el derecho al descanso y al ocio pues dentro de su actividad diaria estos pasan desapercibidos, amén de que la violencia de género que se acentúa por creerse que está ahí en ese espacio para cumplimentar las necesidades de todos los integrantes de la familia.
El cuidado, crianza y protección de las infancias debiera ser trabajo colectivo y dejar de pensar que este recae sólo en la mujer.
El INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía) nos revela que “en 2020, siete de cada 10 mujeres de 15 años y más han tenido al menos un hijo nacido vivo. Las mujeres cada vez tienen menos hijos; en1999 la tasa global de fecundidad era de 2.89 y en 2019 la tasa se redujo a 1.88 hijos en promedio por mujer. En 2019 la tasa global de fecundidad de las mujeres que hablan lengua indígena fue de 2.85 y en las que no tienen esa condición, es de 1.82 hijos en promedio por mujer; en 1999, las tasas fueron de 4.15 para quienes hablan legua indígena y 2.76 para quienes no hablan lengua indígena. En 2019, en los centros penitenciarios estatales se encontraban 415 mujeres privadas de la libertad que tenían consigo a sus hijos menores de seis, cifra que representa el 4.4% del total de mujeres privadas de la libertad.” Es importante resaltar que el nivel de educación constituye uno de los derechos más trascendentales para el desarrollo de la población, el rezago educativo en las madres indígenas es preocupante, es importante atenderlo porque incide directamente en la calidad de vida y el cual queda de manifiesto en el Objetivo 4 de los Objetivos del Desarrollo Sostenible, el cual garantiza una educación de inclusión, equidad y de calidad para todos.
Los desafíos actuales es poner énfasis en la agenda para mujeres para que el sistema de cuidados sea una realidad real y constante, con políticas públicas y con la integración de inversiones privadas para desahogar la carga del cuidado entre hombres y mujeres por igual.
Pax