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Entre la elocuencia y los halagos

Entre la elocuencia y los halagos
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SOCIEDAD Y OTROS DEMONIOS

Susana Aceves Ascencio

Entre la elocuencia y los halagos

Todos tenemos deseos y metas en la vida, trabajar por ellos y lograrlos, depende de la intensidad con la que llevemos a cabo nuestras estrategias y acciones para hacerlas realidad. Nunca hay que perder el enfoque, hay que hacernos personas de hábitos, disciplinados, con principios y ética profesional, ser humildes, reconocer nuestras capacidades y habilidades, aprender de nuestros errores, pero, sobre todo, no pisotear a nadie para lograr lo que queremos.

Leer historias de personas que nos inspiran y que lograron posicionarse en la cima del éxito, nos demuestra que siendo personas integras se puede alcanzar todo lo que nos propongamos, eso sí, los tiempos para cada uno de nosotros son diferentes y nunca debemos compararnos con los demás.

El siguiente relato nos da una gran lección de vida, en la que la elocuencia, los halagos, las mentiras, el chantaje y el desprestigio a los demás, han llevado a muchas personas a perderse en ellas mismas y demostrar que pese a ello, la verdad siempre sale a la luz.

Linda, es una mujer que, en apariencia, tiene todo en la vida: familia, un trabajo que le gusta, amigas y amigos, así como un negocio exitoso. En esta etapa, le ha llegado la oportunidad de mejorar laboralmente. Un reto que la llevará a la plenitud de su carrera profesional, si lo sabe aprovechar. Sin embargo, como todo desafío, este nos lleva al límite y aquí, es cuando nos mostramos tal cual somos, sin máscaras y sin tapujos, simplemente emerge el yo real.

Y Linda con el afán de lograr su objetivo, puso en marcha sus planes maquiavélicos, aprovechándose de la buena voluntad de su jefa inmediata para apoyarla, así como, de la posición que ocupa la persona que la está impulsando para la nueva vacante, quién es su amiga y podría ser su próxima superior jerárquica.

Sí hay vínculos afectivos con las personas, la estrategia del chantaje es muy usada por quienes quieren conseguir beneficios a toda costa. Es un recurso recurrente para los que no tienen nada que ofrecer, su incapacidad e ineptitud la disfrazan con ella, y la incompetencia la distorsionan con la palabra hablada, y usan la elocuencia como carta de presentación.

Cuando su estrategia no son los argumentos bien estructurados, ni los conocimientos, ni la experiencia laboral, estas personas siempre se apoyan con historias bien elaboradas en las que son las victimas y sacan su parte histriónica para conmover a su víctima.

En alguna ocasión, un amigo me dijo algo que se me quedo grabado “todas las personas somos lo que somos, no podemos esconder toda la vida nuestra esencia, tarde que temprano nos mostramos como realmente somos”.

En este sentido, la historia de Linda en su aventura por lograr un éxito más en su vida, la llevó a perder la razón por embriagarse del poder que no tenía, construyendo un mundo paralelo de sueños guajiros y una realidad basada en las mentiras, antagonismos basados en su egocentrismo y los peores sentimientos que pueden surgir en una persona enojada con la vida, salieron sin filtros a mostrar su esencia.

El desenlace, como era de esperarse, no fue bueno para ella. Linda entendió a la mala, que el resultado de nuestras decisiones nos coloca en la posición que construimos con nuestras acciones. Por lo que, en vez de haber logrado un ascenso, lo que consiguió fue que la dejarán en su posición, vetada para no aplicar en ninguna vacante.

Las decisiones construyen nuestro futuro y lo que somos, es nuestra responsabilidad si nos manejamos entre la elocuencia y los halagos, o demostramos que somos personas integras que buscamos trascender más allá de nuestro beneficio personal.

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