¿Y quién es usted?
Por: José Ruíz Mercado.
Apenas reincorporo treinta años a la memoria cuando escucho la partida de una
personalidad en la docencia, la investigación. Lo último deseado es decir la
conocí, hicimos grandes proyectos juntos. Por ahí no va.
Apenas pretendo cerrar en esta ciudad de múltiples olvidos, múltiples heridas
cuando llega otra (inicio un veinticuatro de mayo) aún no inteligible para mi
pequeña cabeza ahora reducida a un programador electrónico.
Olga Martha Peña Doria es una de las pocas investigadoras del teatro escrito
por mujeres. A partir de sus años de actividad estuvo presente en simposios
universitarios al lado de grandes personalidades de la investigación como Socorro
Merlín, Reyna Barrera, y otras lupas de la sistematización de la directriz escénica.
Publica, imparte clases, ofrece conferencias. Entra a archivos, revisa sus
manuscritos, les da forma.
Su labor de investigación estuvo ligado a darle voz a las autoras del teatro
mexicano; desde Sor Juana hasta las sufragistas del Siglo XX. Un trabajo
acucioso: leer, hace notas, volver a leer, publicar, revisar. El trabajo de un
investigador profesional se caracteriza por eso.
El buen lector revisa una, otra vez. El investigador lo hace de forma sistemática.
Olga Martha siempre estuvo atenta a encontrar el material necesario para
sostener su pensamiento.
Publicó en ediciones especializadas. Su voz cada vez se volvió más razonada,
más metódica. Sus descubrimientos día a día se volvieron más precisos. Así
retomó la visión de Concha Michel, de Catalina d’Erzell, primero en su estructura
dramática, posteriormente en su visión histórica.
Difícil tarea tratar la temática del feminismo sin caer en actitudes ideologizantes,
en discursos donde la importancia no es la obra como tal, sino el hecho de
pertenencia a una preferencia o una naturaleza biológica.
Difícil, si, cuando se carece de una estructura teórica, la cual avale la
importancia de ese hacer. Se es por el trabajo, por el acierto de conocer la
herramienta y utilizarla. Peña Doria tenía las bases.
Así se adentró en la obra de Amalia de Castillo Ledón, de Isabel Villaseñor, y por
supuesto, de María Luisa Ocampo. Obra y circunstancia histórica, sociología de un
país convulsionado en lo político, en su economía.
Mujeres que se adentraron en los lenguajes escénicos, en la realización de otros
paradigmas, nuevos o no, pero ejercicios de búsqueda, como la escenificación de
los corridos de la Revolución.
Olga Martha publica en Editorial Ariadna, en editoriales universitarias, siempre
con la mira de pulir cada texto, cada acercamiento, pero, sobre todo, de
profundizar con lo obtenido.
En 1998 publica un estudio académico de la obra de Ignacio Arriola Haro, mismo
que sirve de prólogo a la edición de las obras completas. Toda una
sistematización a la obra de este reconocido dramaturgo jalisciense.
Los años noventa, el acercamiento a otro siglo. Nace una revista con la intención
de ubicar las propuestas que el siglo por terminar había dado. Ahí aparece el
esbozo de lo que posteriormente sería el estudio de las grandes mujeres
sufragistas. Era la revista Villette.
Las ausencias duelen. Olga Martha Peña Doria partió a algún espacio este
veinticuatro de abril. Apenas se recordaba el veintidós de Analco, la herida no
sanada de la urbe. Posible alguien dijo Diego Figueroa, también el veintidós. El
veintitrés, mientras la clase política se tomaba la foto, en Casa Fuego se leía
fragmentos del libro Estela Contra el Olvido.
Las ausencias duelen. La ciudad de múltiples heridas, de múltiples olvidos
prosigue su marcha hacia ninguna parte, hacia algún espacio, o posiblemente
nada más pretende vivir la modernidad del hoy. Nadie sabe.
En alguna estación de la existencia se escribe: Olga Martha Peña Doria partió
este veinticuatro de abril.
