OBSERVANDO
Patricia Alvarado
Ante las atrocidades tenemos que tomar partido. El silencio estimula al verdugo.
Elie Wiesel
Guadalajara, Jalisco.- La violencia doméstica es un problema social y de salud, las mujeres siguen en su gran mayoría aumentando la estadística de esta violencia que daña y nulifica a las familias.
Marisa, padece violencia doméstica, nunca ha denunciado porque no sabe que la violencia doméstica es un delito, ella y sus cuatro hijos viven momentos de terror cada vez que su pareja arremete contra ellos, su silencio sólo acrecienta las violencias porque no obstante que la violencia doméstica es la que se manifiesta de facto, las distintas violencias están ahí presenten como la violencia psicológica, económica, sexual, emocional y la violencia contra la infancia por citar algunas; a Rosa le han fracturado los brazos, le han quemado su cuerpo, pero su silencio es la que la mantiene cerca de su agresor sin posibilidad de libertarse del yugo de la violencia justificando en muchos de los casos la violencia masculina en aras del “amor romántico”; Clotilde, mantenía una relación con un hombre que le había ocultado que era casado, al hartarse ella de esa situación irregular decide terminar con él, a lo que el sujeto reacciona violentamente y la agrede con ácido en la cara manteniéndola al borde de la muerte, y así como Marisa, Rosa y Clotilde infinidad de mujeres en México callan, silencian su dolor, su angustia, y no se atreven a denunciar por miedo a represalias, vergüenza al fracaso de una relación, tolerancia a comportamientos violentos, no saber a quién dirigirse, sentimientos ambivalentes de inseguridad, falta de apoyo económico, familiar, social, acrecentándose con esto el círculo de la violencia.
La violencia doméstica es un delito punible, y es considerada un problema de salud pública por organizaciones no gubernamentales e instituciones gubernamentales; los riesgos para las víctimas son latentes y mortales.
Las causas de la violencia doméstica son complejas y multifactoriales, desde aspectos de las personas como su procedencia familiar donde hay patrones violentos que nunca han sido erradicados, “los secretos violentos de familia” siguen ocultándose por temor y miedo al acometedor, drogas, alcoholismo, trastornos psicopatológicos, conflictos familiares y conyugales, condiciones sociales y de desigualdad por mencionar algunas causas.
No obstante que el papel de la mujer actual ha cambiado sigue siendo un sector vulnerado con esta violencia que lamentablemente a veces se convierte en feminicidio, las relaciones de poder siguen cobrando vidas.
En ámbitos tan disímiles tanto privados como la familia y públicos como el laboral las mujeres son agredidas en sus derechos, y a pesar de esfuerzos sociales y de gobierno por fomentar relaciones de igualdad entre hombres y mujeres, esto pareciera imposible por los numerosos casos de violencia doméstica tras el velo del silencio y que muchas de las veces es secreto a voces de persona a persona.
Desmontar la violencia doméstica requiere de una mayor conciencia de la mujer con respecto a sus derechos humanos y el control de su papel con su compañero o pareja, los profesionales de la salud tienen que tomar cartas en el asunto y su intervención es necesaria en la prevención, detección, y provenciòn de este complejo problema de salud pública.
La incidencia en la violencia doméstica es desconocida en un contexto real porque una gran cantidad de mujeres no conciben la denuncia como una herramienta para parar la violencia, la desconfianza en los entes gubernamentales sigue prevaleciendo, pero lo que es un hecho es que todas las personas tendríamos que estar coadyuvando de una forma u otra para desmontar las violencias contra las mujeres, niñas y adolescentes.
Pax
*Los nombres de las mujeres son ficticios.