Victoria Falcón Águila
Guadalajara, Jalisco.- Las posadas mexicanas, son una tradición que data desde hace más de 400 años en nuestro país, específicamente desde 1587; es una fiesta cuyo contexto es religioso, debido a que se celebra el nacimiento de Jesús en Belén y que con el paso del tiempo, se ha convertido en un festejo popular.
Durante nueve días previos a noche buena, se pide posada en diferentes casas. No pueden faltar los peregrinos (figuras religiosas representando a José y María montada en un burro) que presiden el rezo del rosario, para finalizar con el pedimento de posada cantando. Los anfitriones que reciben a los peregrinos entregan a los asistentes aguinaldos (bolsas de dulces), juguetes a los niños y algún platillo tradicional (pozole, tamales, champurrado etc.).
Es innegable que hoy en día en muchas de las llamadas “posadas”, se omite el rezo del rosario y solo se concentran en la fiesta e intercambio de regalos sin embargo, aún en muchas regiones del país se mantiene el espíritu de las posadas mexicanas, al igual que en múltiples colonias de Guadalajara, tal es el caso de la colonia Santa Cecilia, donde cada año (a excepción del 2020 que se suspendieron por la pandemia), se celebran posadas sin omitir ninguno de los elementos.
El festejo comienza desde nueve días antes, el 16 de Diciembre, para recordar los nueve meses de embarazo de María. Algunos vecinos previamente escogen un día para ser anfitriones; así pues llegado el día señalado se preparan para recibir a los peregrinos José y María que pernoctarán en su casa, para ser entregados al día siguiente a otra familia. El día 23 se realiza una posada general en cada sección de la colonia, donde participan todos con comida, dulces, juguetes y piñatas para chicos y adultos.
Este año con todas las medidas de precaución se llevó a cabo el día de ayer; niños y adultos portaron cubre bocas y en todo momentos estuvieron protegidos dentro de una cinta amarilla custodiados por vecinos voluntarios que cuidaron el orden. Pidieron posada, cantaron villancicos, rompieron piñatas y pudieron degustar una deliciosa cena con pozole, ponche, agua fresca y arroz con leche. Los niños no dejaron de jugar con las pelotas que recibieron.
En la primera sección de la colonia Santa Cecilia, se realiza desde hace más de 22 años y es María del Rosario Álvarez, quien ha tomado desde entonces la encomienda de organizar las posadas; ella es la encargada de coordinar todo lo relacionado con los vecinos y desde hace varios años se unió a la coordinación la Guillermina Martínez de la Cruz, dos vecinas entusiastas que concedieron una entrevista para este medio:
¿Rosario dígame que es lo que la motiva para seguir con esta tradición?
-La alegría que le causa a los niños de nuestra colonia, verlos participar en la posada y la convivencia que se da entre vecinos.
¿Guillermina, por qué cree usted que es importante que la tradición de las posadas mexicanas, sigan vivas?
-Es una tradición tan antigua que veíamos que poco a poco se estaba perdiendo y aquí tratamos de fomentar el gusto por conservarla tal como es, se reza el rosario, se pide posada con los peregrinos, se reparten dulces y juguetes, hay piñatas y se ameniza la reunión con una cena, no solo para los vecinos sino también para quien guste ser partícipe de esta fiesta. Pues no queremos que esta hermosa tradición termine.
¿Rosario como nace esta iniciativa entre los colonos?
-Yo específicamente tengo 22 años organizando los rosarios y entre varios vecinos se organiza lo concerniente a la fiesta, lo que nos motivó desde el primer año es ver a los niños de la colonia felices participando los nueve días, rezando y cantando los villancicos.
¿Ustedes creen que los niños de ahora sigan con esta tradición?
Rosario: Claro que sí, estoy segura que cuando yo ya no pueda continuar organizando habrá alguien que continúe la tradición pues como dice la frase: “Aunque tus pasos, parezcan inútil en el caminar, tú vas haciendo camino que otros lo seguirán”.
Guillermina algún mensaje para nuestros lectores de Puntual Jalisco?
-Que no dejen morir esta tradición en sus familias para que lo reproduzcan en las cuadras de sus colonias como un reconocimiento al ser que vino a vivir en nuestros corazones.