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Tiempo de Ladrones (O la Experiencia de Pedir)

Tiempo de Ladrones (O la Experiencia de Pedir)
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¿Y quién es Usted?
Por: José Ruíz Mercado

Inicio con una anécdota. Hace años, Emilio Carballido aún vivía, fuimos a ver
una obra. La vida de Chucho El Roto. Lo interesante de la propuesta escénica fue
el montaje en tandas, el retomar la estructura de la radio. El espectador podía ir a
la parte uno, un día de la semana, ya posteriormente vería la parte tres,
posiblemente llevaría la secuencia.
El experimento escénico fue un reto para los actores. Realizar la secuencia
radiofónica, además de olvidarse de los tonos de voz a los cuales el público
estaba acostumbrado, ofrecer su versión, el respeto a su propio trabajo (lo más
sencillo hubiera sido la copia para el gusto del espectador). Emilio feliz con la
puesta en escena.
Después de alguna de las funciones, siempre íbamos José Luna, otro amigo (de
Emilio o del “Gato” Luna, como amigablemente se le conoce en el medio), fuimos
a cenar, como siempre lo hacíamos; los comentarios a la función, las anécdotas.
Pero ese día, mejor dicho, esa noche, algo especial: El libro “Tiempo de Ladrones”
Una verdadera fortuna. Tener ese libro. Leer lo antes visto en el escenario.
Entonces los comentarios del autor se entendían mejor. Una verdadera fortuna
tener el libro. Aún más, de manos del autor.
Al regresar a casa hice el ritual de la excelencia. No podía ser menos. Tenía en
mis manos el libro directo, el privilegio de tenerlo en directo, así, porque el autor
deseaba que yo lo tuviera, su alumno, y así decía. Era, efectivamente, un gusto y
la dicha de ser parte de ese ritual. Porque no es lo mismo cuando te obsequian un
libro, un pase para ver una obra, por el gusto dirigido, al otro, al darte por ser parte
de una difusión masiva.
Lo leí, una, dos veces, saqué notas, con el cuidado de no rayarlo, tal como mi
buen maestro de metodología me había dicho. Un libro no se raya. Hoy piensa de
un modo, mañana, con la lectura de otros libros, va a pensar diferente. Saque sus
fichas, para eso son. Y sí, hice, de acuerdo con las indicaciones de mi maestro,
las fichas necesarias. Y lo deje ahí, entre mis grandes libros. A la vista de todos,
donde se guarda el diploma Inter barrios, el de la declamación pronta, el
reconocimiento de la charla primera, ahí, donde todos vieran al niño de la primera
comunión.
Un día, al regresar a casa, ya no estaba. Nadie supo decirme. Se había ido. Ahí,
tan a la vista de los visitantes a casa. Unos años después, el Congreso publicó
una edición de lujo, luego, la Universidad Veracruzana hizo lo propio en el 2006. Y
es que “Tiempo de Ladrones” su tratamiento socio histórico, la hace una muestra
del teatro mexicano. Con su lugar; El Gesticulador, de Rodolfo Usigli, y ésta de
Carballido, son las obras cumbre de lo mexicano.
Con El Gesticulador nos enfrentamos a esa clase política plena de dobleces, de
doble moral, de hablar en el empalago para pretender afirmar al pueblo lo que ni
ellos mismos creen. La vida del engaño, de la sumisión. Tiempo de Ladrones es la
mira justificante de las clases sociales. Le damos a los pobres lo que a los ricos
les sobra. De alguna manera es el discurso de los ricos también lloran, más no en
el enajenante, de mi sangre, aunque plebeya también tiñe de rojo, va más allá del

Fantomas o del Rafles, es la visión de un pueblo a quien le han enseñado a
mendigar el pan de cada día.
Es el tiempo del bandido generoso. Es el tiempo de Doroteo Arango, de Jesús
Arriaga, de todos los personajes de leyenda, los luchadores de un pueblo educado
en la sumisión. Carballido hace el estudio a fondo de una sociedad acostumbrada
a vivir de limosna y de un individuo dispuesto a romper con el esquema. Aquel que
te da te vuelve su esclavo. Los programas de beneficencia tienen esa mira.
Hace unos días un amigo me habló para comentarme de un programa
denominado 21/ 21. Luego me comentó: Ya no tendrás la firma del maestro, pero
sí su obra: Tiempo de Ladrones está en el catálogo. Ve al Fondo de Cultura
Económica, o alguna de Educal. Con una identificación y pide el libro.
Fui al Fondo de Cultura Económica. Me dieron un teléfono, debía de pedirlo por
WhatsApp. Hice la petición en donde decía que, de los libros del catálogo,
deseaba Tiempo de Ladrones. Me contestaron escribiendo que debería llenar un
cuestionario con todos mis datos. Volví a decir, quiero Tiempo… A los días me
contestaron diciéndome que sólo darían un libro. Volví al discurso, me interesa la
obra de Emilio Carballido, los otros los tengo.
Volvió a pasar los días. Luego, otro mensaje. Pase usted a recibir su libro. Le
recordamos que sólo es uno. Llego, me piden identificación, el número del teléfono
por el cual hice mi petición y me dan un sobre cerrado. Llego a casa. El libro de
Luis Villoro, el análisis de la lucha de Hidalgo.
Ahora me meto a Internet. Me encuentro con el libro, edición 1983. Lo pido, a
quien le interesa le interesa. Hoy sólo dos cosas tengo claras: Nadie da gratis.
Quien lo hace necesita esclavos sumisos. La otra, gracias por dos cosas: Por
recordarme la dignidad olvidada, y la otra, por no ponerme música y decirme. Por
el momento nuestros operadores no pueden atenderlo, favor de esperar en la
línea.

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