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Memoria de las calles: un viaje a la Barcelona se presenta en el Museo Carmen Thyssen de Málaga

Memoria de las calles: un viaje a la Barcelona se presenta en el Museo Carmen Thyssen de Málaga
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María Esther Beltrán Martínez      Fotos J. Carlos Santana

Memoria de las calles: un viaje a la Barcelona se presenta en el Museo Carmen Thyssen de Málaga

Memoria de las calles: un viaje a la Barcelona se presenta en el Museo Carmen Thyssen de Málaga

Málaga, España.- Una mirada al pasado es lo que  ofrece el Museo Carmen Thyssen Málaga. En su reciente sala abierta a exposiciones  presenta Memoria de las calles: un viaje a la Barcelona de los años treinta y cuarenta del siglo XX a través de más de cuarenta fotografías de las fotógrafas: Margaret Michaelis, Kati Horna y Montserrat Vidal-Barraquer.

“Con esta exposición, el Museo continúa reivindicando el imprescindible papel de las mujeres en el relato artístico del siglo XX, como en las muestras que hemos dedicado a Juana Francés o las fotógrafas Lisette Model, Helen Levitt y Grete Stern”, expresa su directora artística del museo, Lourdes Moreno.

La directora agrega que proyectos como Memoria de las calles marcan una línea destacada en la  programación, de especial atención a las artes visuales y con la fotografía como apuesta principal.

La exposición, de producción propia que se muestra en el Espacio ArteSonado, conecta con la exposición anterior Street Life: Lisette Model y Helen Levitt en Nueva York -que se pudo ver

hasta el pasado 25 de junio en la misma sala- y propone un recorrido de manera cronológica por las calles de la Ciudad Condal en tres momentos consecutivos y claves en el marco de la historia reciente de España.

Memoria de las calles: un viaje a la Barcelona se presenta en el Museo Carmen Thyssen de Málaga

Respecto a las fotógrafas explica Moreno que Margaret Michaelis, llegada desde Berlín en 1933, en el marco de la Segunda República a España, una fotógrafa judía de origen polaco, instaló su estudio en Barcelona entre 1933 y 1937.

Por encargo del colectivo de arquitectos GATCPAC fotografió el Barrio del Raval y, entre el lunes 9 y el viernes 13 de abril de 1934, realizó un extenso reportaje de su zona más degradada, el llamado Barrio Chino, para apoyar las demandas de intervención urbanística e higienista en una zona que las fotos de Michaelis retratan además en su bulliciosa vida cotidiana.

Por su parte, y apenas tres años después, la fotógrafa húngara Kati Horna retrata la vida tranquila de las calles de Barcelona en la retaguardia de la Guerra Civil.El estallido de la guerra civil atrajo a España a numerosos fotógrafos europeos que se adentran en el frente o recorren las ciudades conforme avanza la contienda por el país.

Kati Horna -cuyo apellido tomó de su marido, el artista español José Horna- llegó en 1937 por encargo del Ministerio de Propaganda Exterior de la República y visitó varias ciudades.

En Barcelona pasó unos días, recogiendo con su cámara la aún tranquila vida de la ciudad, en la que también llamaron su atención el Raval y el Barrio Chino. Niños en las calles, vendedores ambulantes, paredes empapeladas de carteles políticos muestran la calma antes de la tempestad, que ella misma documentará en un viaje posterior, en marzo de 1938, en que será testigo de un bombardeo y de la destrucción que sufre la ciudad.

Memoria de las calles: un viaje a la Barcelona se presenta en el Museo Carmen Thyssen de Málaga

Finalmente, y frente a la mirada más documental ofrecida por Michaelis y por Horna, la Barcelona de los años cuarenta es captada a través del lenguaje melancólico de la fotógrafa oriunda Montserrat Vidal-Barraquer, que supo esquivar las restricciones del momento impuestas a las mujeres para presentar una fotografía tan moderna como poética y refinada.Montserrat Vidal-Barraquer (1902-1992).

Finalizada la guerra, la actividad profesional de las fotógrafas se interrumpió temporalmente, pues el régimen franquista impuso una severa represión a las mujeres y la cultura y las artes.

Amparada por su condición de aficionada y buscando espacios donde pasar inadvertida, Montserrat Vidal-Barraquer fotografió la Barcelona de los años cuarenta, una ciudad casi vacía, donde la vida callejera se había vuelto más limitada, refugiada en los barrios como el Gótico o el Born, y en entornos vecinales. Su fascinación por la luz dio forma a unas imágenes con una atmósfera de ensoñación y nostalgia.

Muy prolífica –dejó más de 22.000 negativos–, Vidal fue también impulsora del Grupo Femenino de la Agrupación Fotográfica de Cataluña, ya en los cincuenta, que formó y agrupó a numerosas fotógrafas que continuarán el retrato de la capital catalana en las décadas siguientes.

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