¿Y quién es Usted?
Por: José Ruíz Mercado
Sin mayores brincos. Así, tranquilos. Un buen café, unas galletas de almendra y
arándano en pasta de avena. La reflexión viene ¿Nos da miedo pensar? También
podemos recordar aquella frase: Si lees no te aburres.
Todo puede suceder. Situación complicada. Pensar no necesariamente lleva a
una acción. Simplemente un poco de razonamiento. Juego matemático.
Abstracción. Lo lúdico permisible.
Cuando alguien se enoja el juego se pierde. Se agrede la libertad de expresión.
Se limita la acción. Se pierde la capacidad de compartir. Jugar es ampliar los
límites de la conciencia. Viajar por los senderos. La posibilidad de crear.
Todo juego tiene sus reglas. La dignidad se encuentra en la igualdad de
circunstancias. Bastante difícil para una sociedad en donde lo primordial es la
competencia.
En la etapa de las sociedades esclavistas, quien fungía como amo impedía por
todos los medios que el esclavo supiera leer. Incluso, cuando alguien tenía la
buena conciencia de enseñar al esclavo se le castigaba.
El analfabeta obedece sin cuestionar a quien funge como autoridad. De ahí la
necesidad del liderazgo. Entre mayor sea su analfabetismo, por la incapacidad de
razonamiento abstracto, obedece sin cuestionar. Nulificar la voluntad es provocar
el respaldo incondicional de los instintos que se mantuvieron ocultos.
Reflexión aparte. Prohibido pensar. Los tiempos no han cambiado del todo. La
persecución a la libertad de opinión continúa vigente. Quien no piense como yo es
mi enemigo, y entre menos enemigos tenga más poderoso me siento.
La libertad de expresión (mejor dicho, su ausencia) es una de las fallas más
grandes que prevalecen. No es nuevo, sencillamente salen a la luz gracias a las
redes sociales. Anteriormente sólo se rumoraba en los corrillos menos creíbles.
La persecución por ideas políticas, religiosas, económicas, sexuales son parte
de la inestabilidad de las sociedades actuales. Aquello que creíamos superado
sigue como norma.
Por algo se requirió legislar por las libertades individuales. Existe un día que nos
recuerda el periodismo, otro del autor. Aquí entramos en polémica. La industria, y
no digo la industria editorial, sino la de distribución y consumo, toma al trabajador
de la cultura como medio, y deja al medio como el festejado.
Más sencillo. Para llegar a su destino, una novela, requiere de un objeto auxiliar
llamado libro. El libro, por lo tanto, es el medio, el autor su emisor. Simple lógica,
tan sencilla que no se requiere mayor esfuerzo. No es juego de palabras. Es de
significados.
Toda esta reflexión surge por el acontecer, la agresión a Salman Rushdied hace
unos días en Nueva York, el autor perseguido por escribir una obra ofensiva a los
creyentes de una religión.
Salman nació en Bombay en 1947. Un autor con una obra digna de ser
estudiada, una obra de ficción, la cual desagradó a un grupo hegemónico. Todo se
puede esperar hoy día.
Y usted podría decir, eso proviene de un grupo religioso de grupos sectarios.
Eso suponía. Pero esa agresión me hizo revisar los libros, los autores, prohibidos
en nuestros días. Desde la anécdota de un secretario del trabajo quien exigió
fuera destituida (es decir expulsada de su trabajo) la maestra de su hija por
pedirles leer Aura, una novela de Carlos Fuentes.
Nada más para muestreo. El Opus Dei tiene hoy día una serie de libros y
autores prohibidos, entre los que se cuentan: El Origen de las Especies, de
Charles Darwin; 1984, de George Orwell; Pedro Páramo, de Juan Rulfo; El
Quijote, de Miguel de Cervantes; Un Mundo Feliz, de Aldous Huxley. Esto, nada
más es un muestreo de lo mucho que tenemos prohibido.
Organismos internacionales han declarado su repudio a este tipo de atentados a
la libertad de expresión. Tantos como las organizaciones sociales que luchan por
la libertad del trabajo periodístico.
Sin actitudes ideológicas, sin partidismos, cada vez es más necesario la unión
ante las agresiones, la denuncia conjunta, la acción civilita. Ya no más la frase
impositiva de ¡Queda Prohibido!