Cuando veas las barbas del vecino cortar prepara las tuyas y ponlas a remojar
*Martín López Cedillo
Los flujos de movilidad suponen una de las dinámicas clave en los procesos de urbanización, y las infraestructuras asociadas configuran invariablemente la columna vertebral del entorno urbano. Sin embargo, a pesar del aumento de la movilidad urbana en todo el mundo, muchas ciudades se enfrentan a desafíos sin precedentes en sus sistemas de movilidad, especialmente en los países en desarrollo.
México, es un país que no ha logrado consolidar este eje tan importante para el desarrollo colectivo e individual de sus habitantes, ya que la posibilidad de que la población pueda desplazarse de manera eficiente impacta directamente en la calidad de vida de estos, así como en sus niveles de felicidad y productividad.El peso del transporte público en las ciudades es muy heterogéneo: en algunas urbes de Europa del este y Asia representa el 45 por ciento de los desplazamientos urbanos, mientras que en gran parte de Europa occidental y América latina este porcentaje oscila entre el 10 y el 20 por ciento, y apenas alcanza el 5 por ciento en América del Norte y el África subsahariana. En la mayor parte de esta última región, así como en zonas pobres del sur y del sudeste asiático, los servicios de transporte públicos financiados por los gobiernos son insuficientes o directamente inexistentes. A pesar de la creciente preocupación por el gasto energético, el cambio climático y la accesibilidad para las personas con menos recursos, se estima que el porcentaje que supone el transporte público en la cuota modal de desplazamientos disminuirá en la próxima década en todas las regiones del mundo.
En Jalisco, las acciones de los últimos 20 años, fueron encaminadas a beneficiar al sector de transporte público colectivo, así como a la inversión de infraestructura pensada en el automóvil particular, dejando de lado proyectos integrales de movilidad que permitieran el desplazamiento masivo de los ciudadanos.
“Esta estrategia cortoplacista desembocó en uno de los problemas más graves de la Zona Metropolitana de Guadalajara, una alta concentración de automóviles en las vías públicas de comunicación, provocando cada vez mayores embotellamientos, elevando los tiempos de traslado, afectando con esto no solo la calidad de vida de los tapatíos, sino también la economía de la ciudad. El impacto sobre la economía familiar es muy grave por la baja eficiencia en los desplazamientos; las personas dedican diariamente hasta 3 horas para transportarse, en detrimento de su productividad, esparcimiento y convivencia familiar y social.”
Hoy las distancias no se miden en kilómetros, se miden en tiempo, el tiempo que tardas en llegar del punto “A” al punto “B”. En este sentido, Guadalajara y su Zona Metropolitana, cuentan con vías rápidas de comunicación, sin embargo la gran cantidad de automóviles particulares así como la sobreoferta de unidades de transporte colectivo las hacen insuficientes. La congestión del tráfico es un subproducto no deseado de los altos niveles de movilidad en ciudades de todo el mundo y un factor importante de las restricciones de acceso. Tiene un gran impacto en la calidad de vida, en el consumo de combustibles fósiles, en la contaminación del aire, en el crecimiento económico y en la prosperidad. Estudios realizados en los umbrales del siglo XXI estimaron que la congestión causada por el tráfico disminuyó el producto interno bruto de las ciudades entre un tres y un seis por ciento.
Aunado a lo anterior, el gran desorden por el que se transita en esta ciudad y su zona metropolitana provoca lamentablemente muchas muertes. En México alrededor de 20,000 personas mueren al año por accidentes de tránsito, los cuales le cuestan a la sociedad mexicana alrededor del 1,5% del Producto Interno Bruto.
En Jalisco mueren en promedio 1,500 personas por año en accidentes viales, lo que representa el 55% del total de muertes por accidentes según estadísticas del INEGI. Los siniestros viales son la primera causa de muerte y la segunda causa de discapacidad permanente y orfandad en el país, causando daños irreparables en el tejido social. La Organización Mundial de la Salud (OMS) identificó que en las tres principales zonas metropolitanas del país mueren anualmente 9,300 personas, por causas asociadas a la mala calidad del aire. Esa contaminación atmosférica es originada por el tráfico vehicular en más de un 80%.
Todo esto, fue lo que motivó la creación de un nuevo marco normativo que le permitiera al Gobierno del Estado, comenzar a transformar la dinámica de la movilidad en la urbe, buscando implementar un sistema de movilidad sostenible, entendiéndose este como aquel sistema que da respuesta a las necesidades actuales de movilidad de las ciudades, sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades.
El anacronismo de la anterior Ley denominada “de los Servicios de Vialidad, Tránsito y Transporte del Estado de Jalisco” impedía que se tomaran acciones contundentes para el reordenamiento del transporte público y su mejora substancial como estrategia para desincentivar el uso del automóvil particular. Por lo que la creación de una nueva Ley se sabía cómo un paso necesario y el primero a dar para caminar con firmeza hacia un nuevo modelo de movilidad.
La dinámica social que actualmente vivimos, no solo demanda de los gobiernos soluciones concretas a los problemas que nos impiden vivir en un estado de bienestar, sino que además, los ciudadanos demandan ser escuchados, quieren ser parte del proceso de mejora, de la planeación, la implementación y evaluación de los programas y políticas públicas que se ponen en marcha.
*es especialista en derecho del trabajo y movilidad