¿y Quién es Usted?
Por: José Ruíz Mercado
Hace unos cuantos ayeres (no muchos, luego no sabemos como contarlo) en una de las salas del Museo Regional de Guadalajara se encontraba un cuadro de Diego Rivera denominado Retrato Cubista. Se encuentra catalogado en el tomo 2 de Obras Maestras de la Pintura, publicado por Editorial Planeta, correspondiente a enero de 1983, Barcelona, España. Se dice del Museo, dependiente del INAH, luego entonces, le correspondió a Miguel Ángel Fernández, como curador nacional, y a Felipe Lacouture, encargado directo del Museo Regional de Guadalajara, dar fe de esta singular obra.
En la página 168 de este libro (debo decir que como subtitulo lleva: La Pintura en los Museos de México) dice: Diego Rivera Retrato Cubista oleo/ tela 100×81 cm. En la página 171, a la letra dice: “En una tectónica clarísima construye este retrato a partir del análisis riguroso de planos y espacios, que organiza en una elegante gama de sepias de bella armonía cromática”
Del Museo Regional recuerdo muchas anécdotas. Las visitas cuando niño con mi padre, las clásicas excursiones de la escuela, posteriormente, los días de ensayo, luego las conferencias. Y siempre estaba ahí, ese Diego con sus juegos cromáticos, como quien mira sin mirar apenas.
Las tendencias cubistas llegaron a cuestionar los modelos tradicionales de ver el mundo, los planos clásicos se vieron afectados por la tridimensionalidad. Cuando el cubismo entró en las esferas de la clasicidad europea la estructura de pensamiento dejó lo vertical medieval. Lo clásico, finalmente, en su perspectiva, hace recostar la línea para llevarla a la profundidad. El cubismo abre un tercer ojo.
Juan Gris, Picasso, Rivera comprendieron esta apertura visionaria al romper con el idealismo judeo cristiano para abrir con la revisión de otras culturas, con esto, la tridimensionalidad clara de la apertura visual. Y lo lograron en todas las esferas del conocimiento actual.
Diego logra con esto un campo mayor de experimentación. Del post impresionismo al cubismo da un paso en el conocimiento de la ciencia, pero, sobre todo, se desprende de las ideas positivistas para llegar a comprender la visión mesoamericana; va del relativismo decimal al universo vigesimal. Un gran salto.
Ahí estaba el Retrato Cubista. Un día, así como si nada, desapareció. Pregunté por él, por toda respuesta obtenida fue, está prestado. Y sigue prestado. De eso ya hace muchos ayeres, tantos que no sabemos como contarlos. Dirían los ancestros, muchas lunas han pasado. Tantas que no me acuerdo.
Y promesa de decir verdad. De no mover el mito de los extravíos. Lo vi, está documentada, en ese libro de Editorial Planeta de 1983. Se habla de la necesidad del retorno de las joyas de los mexicas, pero el extravío de las joyas del siglo XX (o por lo menos saber dónde están) el silencio apremia.
Hoy estoy fuera del Museo Regional. Observo mi viejo reloj de pulsera, el reloj obsequio de mi padre. Veo la fecha. Hoy es veinticuatro de noviembre. Luego, recuerdo el aniversario luctuoso, el año de 1957, este día, fallece Diego Rivera.
La obra dignifica al individuo, le da un pase a la sociedad. Quienes interpretan la obra realizan un cuestionarse a sí mismo. Es el pase de la interpretación a lo que viene. Lo ideológico. Por eso es necesario revisar una y otra vez los elementos que le dan valor y autenticidad.
Cuando se pierde una obra no sólo se genera un vacío físico, tan es así que pocos han preguntado por el cuadro de 100/81 cm. La museografía puede cubrir huecos; pero, el conocimiento difícilmente se recompone.
Diego nació un ocho de diciembre de 1886 en Guanajuato. Su nombre completo es Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez. Como todos los niños varones de su tiempo, su padre deseaba tener un militar.