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GENERALIDADES

José Roque Albín Huerta*

La palabra indigencia se deriva del latín indigentia y se refiere a que es la falta de medios para satisfacer las necesidades básicas como; alimentación, vestido, un techo en donde vivir, entre otras: La persona que sufre la indigencia se conoce como indigente.

La existencia de la población que pernocta en las calles no es reciente ni exclusiva de país alguno, hay caracterizaciones que pueden ser remitidas desde principio del siglo XX en varias grandes ciudades.

Debido a las condiciones marginales en las que desarrollan sus vidas cotidianas, las personas en situación de calle presentan un alto grado de vulnerabilidad, que se expresa en la susceptibilidad al desarrollo de problemas de salud. En ese aspecto se destacan: obstáculos en la accesibilidad a los servicios socio-sanitarios, enfermedades respiratorias, dolencias de los músculos esqueléticos, infecciones cutáneas, malestares digestivos, consumo problemático de sustancias psicoactivas y sufrimiento mental. Estos padecimientos se ven agravados y complejizados por la situación de exclusión social, incidiendo en la esperanza de vida. 

Ante esta lacerante realidad humana, desde el 23 de noviembre del año 2010, muchas organizaciones internacionales recuerdan mediante la conmemoración del Día Europeo de los sin techo, refiriéndose a esas personas con las que seguramente nos topamos a diario y que apenas parece que las notamos. La intención de este acuerdo de proyecto, es procurar una vida digna para todas las personas y esto solo se logrará si se toman acciones contundentes para que los indigentes puedan ser incluidos en el sistema, para empezar a vivir.

Tengamos presente que ser una persona sin techo no es sinónimo de vago, loco o criminal, ya que, en realidad, cualquier persona podría terminar viviendo en las calles, vagando de un lugar a otro, pidiendo para comer y hasta dando las gracias por un abrigo viejo, que ante nuestros ojos nadie usaría.

En todo el mundo ya sean migrantes u oriundos, las personas sin hogar están atravesando una situación difícil en sus vidas, algunas lo tenían todo y lo perdieron, otras nunca han gozado de la abundancia y por ende, no han podido adquirir un hogar propio.

Como resultado de las investigaciones de organismos gubernamentales o civiles, consideran que el verdadero génesis de los sin techos es la pobreza extrema ya que muchas de estas personas no cuentan con un empleo, porque sencillamente no tienen un sustento diario en alimentación y medicina, que les permita contar con la entereza para trabajar. y los niños, no tienen la posibilidad de siquiera pensar en estudiar y formarse, para en el futuro entrar en el mercado laboral.

Lo verdaderamente irónico, es que en muchos países hay cientos, tal vez hasta miles de hogares nuevos totalmente deshabitados, que se mantienen como inversión económica. Además, en muchos lugares el mismo sistema no incluye a estas personas sin hogar en la seguridad social, por lo que se podría concluir que ser pobre es una característica excluyente dentro de los sistemas de gobierno.

Ahora bien, vivir sin hogar, es mucho más que estar sin techo, como se nos señala en la campaña a la que anualmente se suma Cáritas. Es fundamental que se garanticen las condiciones para la vida digna de las personas, sobre todo de las que sufren mayor exclusión. Esta realidad afecta a un número de personas que deambulan expuestas al frío o a la lluvia, con un rostro desencajado, llevando sus pocos enseres por las calles de nuestras ciudades. 

En otro orden de ideas, cuando llega la noche, tienen que cobijarse en los huecos de los cajeros automáticos, en los soportales o en estacionamiento para el aparcamiento de coches, y utilizar como único sistema para protegerse viejos cartones con los que se envuelven. Uno no puede dejar de pensar en ellas, percibiendo fácilmente que la persona ha dejado de ser el bien protegido. 

*es rector general del Centro Universitario Uteg

joseroque@uteg.edu.mx

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