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Las consecuencias de la fe

Blanca Nieves Palacios Barreda
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Blanca Nieves Palacios Barreda

Las consecuencias de la fe

El título de la obra escrita por, Les Thompson: “La Fe Que Mueve Montañas”, se ha hecho popular al ser utilizada para darle fortaleza y credibilidad a una creencia mayormente religiosa; la inspiración bíblica, le da el sentido de que: “con confianza se puede lograr todo”.

Pero tal interpretación tiene una ambivalencia que ha venido tropezando con algo que nadie nunca hubiera deseado pues, al tener connotaciones profundamente religiosas, la interpretación que muchas otras personas adjudican a la “fe”, es de ceguera ante hechos negativos e irrefutables, sobre todo al ser víctimas de, quienes nombrándose, “representantes  de Dios en la tierra”,  cometen actos deleznables y cuya perversidad no tiene límite, contra la parte más sensible de una familia y de nuestra sociedad, los niños, de entre 5, 11 y 13 años de edad.

Sabido es que, los padres de familia, cuya religiosidad y profunda fe en los ministros, sacerdotes de las diferentes organizaciones eclesiásticas, los lleva a inducir a sus hijos desde temprana edad a ser parte de esas organizaciones, prevaleciendo la católica.

Los casos de abuso sexual contra niños, perpetrados por sacerdotes de la Iglesia católica, data de siglos atrás, lo mismo que el ocultamiento de esos atroces hechos, tanto por la propia iglesia para seguir preservando su estatus de poder y la confianza de los laicos, como por los padres mismos de las víctimas.

Estas, en su inocencia, no son capaces de defenderse, incluso los padres y quienes tienen una “fe ciega” en los mentores religiosos, dan más valor a los sacerdotes que, al ser acusados por un menor, en su defensa argumentan que: “son calumnias para manchar la reputación del clero”; es hasta la edad adulta, cuando esos niños abusados al ver que se siguen las mismas prácticas, en seminarios, colegios, albergues, parroquias, hospitales, propiedades del clero,  han dejado de lado su vergüenza, sus frustraciones y traumas en aras de intentar impedir esos delitos de abuso sexual a menores y dan a conocer sus amargas y dolorosas experiencias.

Hablar del número de niños, víctimas de los pederastas católicos y de otras religiones, es impresionante, la cifra que da a conocer la Organización de Supervivientes del Mundo (ECA Global) asciende a más de 100 mil niños abusados, habiendo solo aproximadamente 600 denuncias, abarcando países como: Polonia; México; Irlanda; Francia; Estados Unidos; España; Italia, Costa Rica; Ecuador; Colombia, Chile, Argentina; Australia; Alemania.

Se ha mencionado desde la iglesia católica que, los sacerdotes pederastas y efebofílicos, ingresan a la iglesia para poder estar cerca de niños y adolescentes; aun teniendo conocimiento sobre esto, la protección hacia estos pervertidos se solapa, convirtiendo a esta Institución religiosa por siglos, como verdaderos cómplices de estas felonías y en un intento de defensa de el clero dicen que: “un sacerdote no se hace pederasta, un pederasta se hace sacerdote”.

Por su parte la organización, Child Rights Internacional Network (CRIN), en su informe denominado “La Tercera Oleada”, exige justicia para los sobrevivientes de abuso sexual infantil en la iglesia católica de América Latina, señalando que en México se han presentado 550 denuncias por este delito, siguiéndole, Chile 253, Colombia 129, Argentina 129; 426 sacerdotes católicos han sido investigados en ésta última década, desconociéndose si hay algún clérigo que enfrente proceso penal.

El que los padres no hablen con sus hijos sobre sexualidad y la defensa ante un acto de abuso sobre su cuerpo por parte de cualquier familiar, incluso de un sacerdote, ha sido el motivo principal que desgracia la vida a niños y niñas a su temprana edad.

El poder de la Iglesia es tal que, cuenta con la protección de los altos jerarcas católicos, las autoridades civiles y la de los propios padres de las víctimas que, en función de su fe, ven a los sacerdotes como verdaderos “representantes de Dios” y no como seres humanos con aciertos y errores y, como se ve en muchos casos, verdaderos pervertidos sexuales que, amparados en una sotana someten a su antojo a inocentes niños y niñas.

No han sido pocas las declaraciones de víctimas que han dado a conocer como se les ha querido silenciar mediante pagos económicos y soterradas amenazas; el Papa Francisco, máximo jerarca de la Iglesia Católica dice: “se necesita urgentemente que los culpables rindan cuentas, no solo los que cometieron esos crímenes, sino también aquellos que los encubrieron, incluyendo obispos”.

Más que el Papa nadie sabe sobre los delincuentes de sotana que se esconden y se sienten a salvo bajo el manto protector de la Iglesia Católica; De ahí que, la relatora especial de las Naciones Unidas (ONU), Maud de Boer-Buquicchio señala que: “el Vaticano debería tomar todas las medidas necesarias para garantizar investigaciones rápidas, exhaustivas, que estén sujetas al escrutinio público y el enjuiciamiento de los presuntos autores”.

Urgente se hace que, a todos los miembros de la iglesia católica y otras afiliaciones religiosas, se les aplicara castración química, dado el celibato que exige su investidura como sacerdotes o ministros de cultos religiosos y, que los padres, antepongan la seguridad de sus hijos a una fe que por siglos ha dañado a miles de niños indefensos.

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