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Se están Yendo

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¿Y quién es Usted?
Por: José Ruíz Mercado

Dejaste de escribir la tarde anterior. El día entero hiciste correcciones. Había
llegado la hora. Veinte años. Posible más. La hora para cambiar de equipo. El
cariño de trabajar ahí impedía pensar en alejarte. Todos los días: Mañana, tarde,
noche, cualquier hora en la misma posición.
Dejaste de pintar la tarde anterior. Dejaste de luchar contra el cáncer en estos
días cuando las luchas están a la orden en el caos actual. Dejaste, así, porque de
pronto te convertiste en uno de tus personajes. Llegaste al hiperrealismo en ti
misma, más allá de cuando me comentaste haber ingresado al Taller de
Experimentación Visual, de los trabajos realizados en el grupo.
El barrio de Santa Tere, el barrio emblemático de Guadalajara, uno de los
muchos aún en pie, uno de los aún existentes, fue tu cuna en diciembre de 1957.
De ahí, estuviste junto a los grandes.
Tu obra hace referencia al sector de los olvidados. En una estética densa, visual
sin arreglos, componendas, arreglos para embellecer una sala. Eso te hace única,
te vuelve pintora del desgarre, el límite, la denuncia.
Los olvidados. Las victimas a quienes no los irán a reconocer, los olvidados, los
pordioseros de quien sólo se tuvo referencia por un espacio donde su cuerpo se
volvió costumbre, fueron (son) los paseantes de su obra.
Ahí está la obra de Martha Angélica Pacheco Hernández, oriunda del barrio de
Santa Tere, el barrio fuerte, con raíces, como debe ser un barrio, ahí está la
artista, con raíces, conocedora de su entorno, sabedora de los años, nacida en los
primeros días de diciembre, retirada de la vida los primeros días de noviembre de
2021.
En su obra encontramos ese lenguaje hiriente de la sociedad actual. Ese
lenguaje cortante de la voz de los olvidados. Con una técnica depurada,
conocedora del oficio, transgresora de lo cotidiano, ese lenguaje que nos perfora
el alma en un acercarse a lo poético, porque la poesía no es adorno, no es deleite,
es un trago amargo de la vida.
Los integrantes del Taller de Experimentación Visual se fueron con todo en la
escala de los significantes. No sólo experimentaron la forma, se fueron al
significado del manejo de los contenidos. Javier Campos Cabello (con su peculiar
estructura del espacio, ya finado, luego me pregunto la razón por la cual los
administradores de la cultura no investigan acerca de la obra y el alcance de su
gente) Miguel Ángel López Medina, quien en ese periodo habitó los pasillos de la
Facultad de Filosofía y Letras), Salvador Rodríguez, Irma Naranjo, Francisco de la
Mora. Fueron años de experiencia, de encuentro con la forma.
Martha Pacheco logra un estilo peculiar, partía de hacer esbozos, y más esbozos
hasta perfeccionarlo, de ahí su obra tan peculiar, tan estricta en la técnica,
totalmente depurada.
Sus bases propusieron una estructura de denuncia. De ahí su fundamentación
marxista. La profundidad no dejó duda. María Fernanda Matos es la mejor
estudiosa de su obra. Metódica, con la fuerza de saber, profundizar, en la técnica,
la estética de su obra. Así nos lo permite ver en el libro: El Horror y lo Sublime en
la Obra de Martha Pacheco. De nuevo, la petición, el alcance de un autor con un
análisis, un acercamiento a su obra, o el olvido tan peculiar a nuestra gente. La
obra ahí está, falta decir sus cualidades.
Esa pertenencia al taller de Experimentación Visual dio frutos. Hizo su
presentación al público en una exposición transgresora en su momento (como
debe ser): Pintores, Escultores y Una Bicicleta Descompuesta.
La obra de Martha Pacheco dibuja, muestra, esa relación entre la locura y la
muerte, lo social, lo privado, la estética de la creatividad, tal y como Esperanza
Gama, compañera de Martha, en una ocasión lo dijera: El acto creativo es un
acercamiento a la locura, en ese paseo de éxtasis creativa, es un morirse de
continúo.
Martha Pacheco estudió en la Escuela Normal Occidental. Posteriormente entra
a la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Guadalajara. Sus maestros
principales fueron: Francisco Rodríguez Caracalla, Jesús Mata y Rafael
Zamarripa. De nuevo, la necesidad del seguimiento. La escuela por si sola no es
sinónimo de excelencia. Hace falta un estudio de sus maestros en coordinación
con sus alumnos; la escuela de Artes Plásticas es una, después vendrá el
CUAAD.
A Pacheco se le otorgaron varios reconocimientos: Arte Joven Aguascalientes
1987, Salón de Octubre 1989. Además de su participación en el TIV, recordemos
su paso por la Casa Teatro El Hormiguero.

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