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Nuestro sistema de salud

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PARA QUE SE ENTERE

Blanca Nieves Palacios Barreda

Palabras más, palabras menos, el Papa Francisco, en su primera aparición tras una intervención quirúrgica, agradeció al personal médico la atención recibida y la importancia de ésta para la recuperación de un enfermo.

Nuestro sistema de salud

Nada más cierto, pues no hay mejor medicina que una buena atención, una actitud amable, afectuosa y de consideración, hacia una persona que está enferma; lamentable tener que aceptar que, nuestro sistema público de salud carece en mucho de éstas imprescindibles cualidades.

En México, siendo aproximadamente 128 millones de habitantes, el número de personas que cuentan con atención médica asegurada son poco más de 98 millones en los diferentes centros de salud públicos: Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), Petróleos Mexicanos (Pemex), Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), Instituto Nacional de Salud y Bienestar (Insabi), Secretaría de Marina (Semar).

El financiamiento de los centros de salud: Sedena, ISSSTE, Semar y Pemex, corren a cargo del gobierno; en el caso del IMSS, su financiamiento es de manera tripartita, una parte la paga el empleador, el trabajador y el gobierno federal; el sostenimiento del Insabi, corresponde al gobierno federal, al estatal, y a los usuarios de esos servicios de salud; las clínicas privadas se financian con sus propios recursos y pagos de los usuarios de sus servicios.

Comprensible resultan las quejas tanto de los derechohabientes del IMSS, como de los propios trabajadores de esta institución, pues el número de personas que reciben atención a la salud en nuestro país, rebasa al número de doctores y, las nuevas contrataciones siguen siendo insuficientes.

De esta cantidad señalada, 51 por ciento los absorbe el IMSS, siendo toda una proeza que 569 mil personas, que conforman el equipo médico y de otras áreas, puedan dar una excelente atención a 48 millones de usuarios; pertinente es decir que, de éste número de empleados del IMSS son eventuales, a quienes no se les otorga plaza de base, a pesar de contar con varios años de servicio laboral y se les han reducido sus prestaciones y desaparecido su jubilación.

Sabido y padecido es que, tanto en el IMSS como en el ISSSTE con frecuencia, operaciones quirúrgicas programadas con antelación, son súbita e inesperadamente “suspendidas” por no contar con recursos económicos para sufragarlas.

Igualmente, las deficiencias en el otorgamiento de citas, tanto con un especialista o para algún estudio, sea radiografía, tomografía o análisis clínicos, no es exagerado decir que pueden transcurrir hasta seis meses antes de ser otorgada.

Los alimentos proporcionados a quienes tienen la desgracia o fortuna de ser internados son pésimos; las instalaciones hospitalarias, que por ser lo que son, debe prevalecer la limpieza e higiene en todos sentidos, brilla por su ausencia, sobre todo en los servicios sanitarios; la imperiosa privacidad que todo enfermo requiere, no existe.

Es lamentable que, la elección a direcciones y delegaciones, sean más por cuestiones políticas que por el desempeño profesional y humanitario de un profesionista en estas instituciones públicas de atención a la salud.

Difícil, por no decir imposible, resulta ser recibido por uno de estos altos mandos para plantear algún problema al que se enfrente como paciente y/o derechohabiente y, menos le sea resuelto su problema.

En el tiempo de existencia del IMSS e instituciones similares, nunca se ha visto a un delegado o director, tener como norma laboral visitar los pisos hospitalarios, las clínicas familiares, o recorrer las largas filas cuando de surtir la receta prescrita por el médico familiar.

Podemos decir que, es entendible tales deficiencias, son muchos millones de derechohabientes y muy reducido el personal.

Pero se cuenta en el IMSS, con un sindicato que, igualmente al parecer, nada hacen en beneficio de sus afiliados, su centro laboral y, su preocupación mayor como secretario general, o miembros del comité ejecutivo del mismo, es buscar una diputación o senaduría; así, con esos negativos criterios, difícilmente podremos los mexicanos aspirar a tener un buen sistema de atención a la salud. El diagnóstico que cualquier ciudadano haría es que, somos un país enfermo.

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