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¿Y quién es usted?

¿Y quién es usted?
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Por: José Ruiz Mercado
Días de lluvia. Decía mi abuela eran días de reflexión. Jamás cortes un árbol;
ellos son excelentes distribuidores del agua y de la tierra. No es gratuito la
llegada de los pájaros. Son sabios. A estos jamás los enjaules, son los mejores
sembradores. Ahora, si cortas un árbol, no te quejes si anegas tu casa.
Estos días de lluvia. Estas mañanas de tormenta mi abuela veía a lo lejos, en
reflexión, callada, bebía de su taza casi hirviendo su café recién hecho, con sus
trozos de pan, grandioso de piloncillo.
En una ocasión me comentó, el como, de niña, su padre, o sea mi bisabuelo,
la levantaba temprano y se la llevaba a los sembradíos; él en un caballo, y ella
en una yegua, llovía, entonces ella, con una lona diseñada especial para una
niña de pelo largo, corría entre los pastizales. Sólo me lo contó una vez.
Siempre la recuerdo reflexiva, callada, observando.
Una vez tan sólo. Como los buenos consejos. Como los buenos cuentos,
como las advertencias sinceras: Sólo te lo digo una vez, la sentencia de las
mujeres sabias. Como las grandes en la isla de Delfos.
Las mujeres sabias son las grandes sibilas sociales. Quienes corren en las
llanuras, observan, provocan en la mirada, sacan imágenes cuando otros
duermen, metáforas del hacer cotidiano pero no tanto. Las mujeres sabias
provocan los cambios.
“Un ave arrastrada entre cenizas/ sacude la cabeza como herida/ Entierra sus
alas/ sube como saliendo de un subterráneo. Lento se/ hace nube/ y revienta.”
Escribió hace ya algunos años Esperanza Gama. Me llama la atención otro
verso donde escribe de la voz y del aliento a partir del color: “Oigo tu voz larga
de aliento azul”
Me llama la atención ese manejo del color y del espacio, de la imagen de las
alas y del ave ¿Acaso el ave Fénix? ¿Acaso el retrato de la siembra? Ese
retrato al cual hacia mención mi abuela, no los enjaules, son los mejores
sembradores.
Continúo en la lectura de la poesía femenina (probablemente sea mejor
hablar de la poesía escrita por mujeres) ¿En dónde radica la feminidad del
lenguaje? ¿Acaso tiene sexo? ¿Dónde está la sexualidad? ¿Dónde y no lo
entiendo?
“Cierras los ojos/ mientras mi mano extrae/ una imagen de tu párpado”
Catalina Miranda nos llama, nos comenta “es una dama sencilla/ que va
caminando/ sobre la ancestral/ página en blanco”
La página en blanco no es actual, no es de ahora, ya se hizo, ahí estaba y sólo
existe una posibilidad de ser, cuando esa imagen salga de tu parpado. La
historia entonces tiene la posibilidad de ser cuando se escribe, cuando las
raíces estén.
“Me acerco a ti/ mis dedos penetran las raíces/ de tu piel/ casi con miedo
palpo lo intangible/ y mientras crece se ilumina” Las raíces, la tierra, los árboles
en la distribución del agua. Lo intangible ahí, sin parpadeos ¿O con ellos y no
me entero? ¿O con ellos y no los miro? Miranda lo pronuncia, lo pregona, lo
deja ahí en otro aliento.
La poesía, la poiesis aristotélica confirma ese hacer de la creatividad toda.
Hoy amaneció lloviendo, me llevó a la reflexión, a la musicalidad del lenguaje,
al conocimiento, al homenaje a la inteligencia.

“Te vislumbro/ hago un esfuerzo y te imagino/ agitada en tus recuerdos” Lo
canta en la percepción del mundo, en ese Soliloquio de la Yegua Dormida, el
libro aún en prensa, el libro que se presentará en la Feria Internacional del
Libro de Toluca de Lerdo Estado de México el próximo 3 de octubre de este
2021.
Soliloquio de la Yegua Dormida está en la rueda de las máquinas, en la
edición de imprenta. Y lo digo, lo canto, pronto estará al público, pronto
leeremos completo como los buenos cuentos, como las advertencias sinceras:
Sólo te lo digo una vez, la sentencia de las mujeres sabias. Como las grandes
en la isla de Delfos, el nuevo libro de Catalina Miranda de Editorial Ariadna.

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