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Los discursos ideológicos

Los discursos ideológicos
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¿Y quién es Usted?
Por: José Ruíz Mercado

Vamos por partes. Tomemos aquello de causa consecuencia. Nada ocurre de
la nada. La vida de un individuo está marcada por lo multifactorial. Para
entender esto no podemos dejar de lado eso, que lo llevó al límite. Cuna hace
historia, diría Jung.
El problema es cuando queremos ver al individuo así, aislado del mundo y
sus motivos. Pesa más cuando creemos en hechos aislados. En un trabajo sin
organización, así, producto de la casualidad. Creemos en el discurso
ideológico.
Decía Carlos Vevia Romero, maestro, con ganas y en serio, por algunos años
de la entonces vieja y sabia Facultad de Filosofía y Letras, acerca de la
necesidad del trabajo de los sociólogos de la cultura. Y no nada más lo dijo, lo
escribió con todo el sustento en varios artículos en publicaciones
especializadas, en sus libros, la mayoría publicados por la Universidad de
Guadalajara, en las reseñas de congresos internacionales; esa especialidad no
frecuentada por los egresados de sociología, y si, muchas veces sustentando
raquíticas propuestas en lo político.
Y es que un sociólogo de la cultura analiza de cerca, con fundamentos,
ejemplos, los avatares de los ciudadanos especializados en el arte, de cómo
estructuraron su lectura del universo social donde les tocó existir.
El arte, su naturaleza. La lectura de lo moral sin serlo, de lo político sin estar,
de lo social y amoroso como una lengüetaza de candor al calor de la armonía,
así, como espectador, sin tomar partido pero sin dejar de estar.
Cuando un artista revisa la obra de otro artista para hacer su lectura de ese
momento histórico, de revisarse a sí mismo para decir, en tercera persona,
aquí estás, así te veo, viviste tu tiempo, dejaste tu discurso, ahora lo veo.
En tercera persona, en aparente revisión, o en cíclica postura, lectura de otra
cotidianeidad, o de lo cotidiano en otra voz, en otro tono, en lo idealizado, en lo
creíble más no verdadero, más no estático, en otra obra homenaje al personaje
nacido como si toda su vida se haya bastado en julio.
Y es que Frida Kahlo nació y falleció en julio. Posibilidad, acierto, mientras
Esperanza Gama egresada de la Universidad de Guadalajara, estudia, analiza,
recrea el fenómeno Frida, la esencia sociológica, y, como no pocas veces, a
través del arte, realiza el trabajo científico, el que debiera ser, del sociólogo, al
cual aspiraba conocer, y no se le hizo, como a mi, de leer a un estudioso de la
cultura, pero Esperanza lo hace, mientras Carlos Vevia Romero escribió los
certeros ensayos de la cultura.
Esperanza revisa, una y otra vez, una y cientos, miles de ocasiones el trabajo
femenino, ella tan femenina, ella candorosa, fuerte, la aparente contradicción,
crítica, certera, amable, furiosa, dualidad como la cultura ejercida por (con) ella
a través del papel amate en sus colores.
Frida/ Esperanza, dualidad en todo el sentir de la cultura. Análisis del
ambiente. Análisis del color. Frida Ciervo/ Esperanza ve los cuernos del ciervo
venado de la cultura mayo. La lectura etnológica, el cuestionamiento, La
ausencia de lecturas de lo nuestro, de lo cotidiano.
Sí, la vida es causa y principio de ese discurso viviente. Los grandes
maestros generan grandes alumnos. Una escuela existe, en primera causa por
sus maestros, luego, los alumnos, quienes a su vez crecen en su obra.

Y ahí está, ahora feliz, con una responsabilidad a cuestas ¿No sé si decirlo o
callarlo por el momento? Pero, la historia inicia su cambio.

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