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Los Que Hablamos Español

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¿Y quién es Usted?
Por: José Ruíz Mercado

La pregunta ociosa, ¿Cuántos hispanohablantes habremos por el mundo?
¿Cuántas variables? ¿Somos latinos o italos? ¿La Península Ibérica tiene
vocación hispánica? Más concretamente: ¿España tiene un solo idioma?
León Felipe tiene un poema el cual hace alusión al tono del habla; pregunta
¿Pero por qué habla tan alto el español? Antonio Machado a su vez, dice:
Españolito que vienes al mundo te guarde dios. Una de las dos Españas ha de
darte el corazón.
León Felipe menciona dos momentos; Cervantes con el Quijote, la libertad
como consigna ante los molinos de viento, y la otra España, la del franquismo;
a su vez, Machado comenta los arabescos, la Alhambra con sus arpegios, sus
festividades, su tradición.
La Península Ibérica con sus galicismos, con lo morisco, Lorca y su lunario, el
Guadalquivir con sus arabismos. La paloma equivocada de Alberti, Paco
Ibáñez con sus cantos, Granada, la tierra soñada por Agustín Lara.
Las dos Españas o las dos vertientes de un idioma. Los hispanohablantes no
tenemos patria ni nación porque estamos, somos de todas partes, como Juan
Ruiz de Alarcón o Garcilaso de la Vega; Sor Juana, la ciudadana de Ciudad
Netzahualcoyotl, la del Estado de México.
Mestizos somos y en la simbiosis andamos. Nos metimos al laberinto como
duendes juguetones sin comentarle a Octavio Paz como nos divierten los
nahuatlismos entre el canto a mi madre bohemia una vez convivimos con
Carlos Monsiváis para jugarle al negrismo con Bolívar Echeverría.
Onetti se llevó a la novia en esa visión de la prosa y la poesía, mientras
Benedetti se asoma a esa edad en donde el amor es más peligroso, en donde
La Tregua es necesaria, más aún que jugar con tigres en medio de una
biblioteca inglesa, Borges en lo infinito.
Jamás he leído un libro desde al principio. Abro en la página menos
imaginada para soñar como inicia. Me hago una historia, le doy vuelta. Luego
termino leyendo la primera. El texto mismo es una aventura de la cual, en
ocasiones salgo bien librado. Lo lúdico en la lectura. Por eso adoro Rayuela
con sus declaraciones, sus argentinismos, sus franco aventuras. Y sigo
pensando si encontraré a la Maga o sólo me acerco a ella como un juego
interpersonal.
La maga, la maga, no es La Princesa del Palacio de Hierro, pero tampoco
tiene relación con El Compadre Lobo, ni Gustavo Sainz se afirma con
Parmenides García Saldaña en la Ruta de la Onda, porque, ese señor
ironizado de papá psicólogo, en el Perfil de José Agustín nos lleva a pasear por
el historial de una Vieja Ciudad de Hierro a lo Rockdrigo.
¿Por qué todo esto? Y ni siquiera lo he invitado un café como otros días. En
los azulejos, en Coyoacán, en el Madoka con sus más de sesenta años, entre
que le toca pensión por sus sesenta y más, pero debe llenar un formulario para
decir ya soy anciano por decreto, me toca la dosis contra el Covid. Si, no le he
invitado un café de Gringo Viejo, de las Buenas Conciencias, sabemos que
Todos los Gatos son Pardos. Ah, Carlos Fuentes con su deceso quince de
mayo. Si. ¿Por qué todo esto? ¿Por qué mejor no decir que el 23 de junio es el
día internacional del Hispanohablante?

La tarea del escritor, digámoslo, el deber ser, es el conservar el lenguaje vivo,
el otro, el enriquecerlo. Por eso los grandes autores, los artistas de la pluma y
la elocuencia, han convertido la lengua de la soldadesca en ironía punzante. El
Siglo de Oro español amplió el horizonte con la obra de Góngora, Quevedo,
Cervantes, para dejarla por herencia a Blas de Otero, Gloria Fuerte, Valle
Inclán y más ascendencia.
Si, 23 de junio, día internacional del Hispanohablante ¿Cuántos
hispanohablantes habremos por el mundo? ¿Cuántas variables? ¿Somos
latinos o italos?

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