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fragmentos
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¿Y quién es usted?

José Ruíz Mercado

Me pregunto si la vida se hace de fragmentos ¿Cuántos necesito para escribir, cantar, o algo más? Se van, dicen, el silencio llega con mayor rapidez en unos, en otros no tanto, pero al final lo efímero está presente.

   La vida común transita. No se detiene. Tampoco debería de hacerlo. Son problemas de la mente, algunas veces, otras, de la importancia de los hechos, la educación, las relaciones sociales se convierten en el eco de otras tantas.

   Salió mayo de 2022. Periodo de partida de personajes para la cultura, individuos que dejaron una huella en la el común cotidiano. La vida común transita y para ese común pasa desapercibido.

   La lista es grande. La repercusión de su fallecimiento para muchos pasó inadvertida, para otros fue un golpe duro, potente, cuestionador. La vida es así. Escribió uno de los que partieron, así, como quien dice sin avisar.

   Y digo sin avisar nada más por decir. Cuando la muerte llega ya viene diciendo, ya viene, como diría un viejo estribillo, “ya viene la muerte cantando” para después venir el reto sarcástico, como buen decir.

   Otros años se mencionaban los aguaceros de mayo, se comentaba de las grandes tormentas, los arroyuelos en las calles, las piedras, para luego entrar la modernidad con sus encharcamientos. La civilización es buscar al culpable. Decir, legitimar, a alguien: Los errores de la urbe.

Hace años, caminaba por la mañana, todos los días, para hilvanar los pensamientos, darles una estructura antes de partir a las labores cotidianas. Hasta me hacía pequeñas historias para luego darles un final coherente ante las necedades del patrón en turno.

   En esas caminatas conocí a un señor de edad avanzada, jamás me dijo su nombre ni yo le pregunté, en una de esas charlas me dijo en una ocasión: Uno sabe cuántos años tiene cuando puede contar a los amigos, las mascotas, los conocidos que ya partieron, esa es nuestra vida. Luego, para otros, uno forma parte de esa cuenta.

   Todo tiene un inicio. A Eduardo Lizalde no tuve la fortuna de conocerlo en persona, mucho menos de tomarme una fotografía con él. Tuve, eso sí, la dicha de leer su obra, de discutirla como teníamos la costumbre entre amigos.

   Así leí El Tigre en la Casa. Lo discutimos, unos con más aciertos, otros más cercanos, pero a todos, ese tigre nos dejó con un rugido. Luego, revisamos su corriente, a los autores con los cuales convivió. El Poeticismo de Enrique González Rojo, de Marco Antonio Montes de Oca.

   Luego me entero de Luis Enrique Gutiérrez Ortiz (LEGOM) que de haber vivido Gabriel Bárcenas hubiéramos comentado de sus personajes, del realismo en otra versión del nihilismo, pero también partió este mayo.

   La cuenta, como quien llama a decir presente este mes van desapareciendo uno a uno los conocidos, los amigos cuando me llega la noticia de Arturo Garrido Ponce, el grande de Barro Rojo. Recuerdo el Documento de la UV YD-19, las funciones de Barro Rojo en el Centro Cultural Cabañas, los análisis agudos de César Delgado Martínez en la revista La Pirouette, o las cenas en San Luis Potosí en el Festival Lila López, posterior a la presentación de ese extraordinario Homenaje a Lorca.

   Cuando aparenta venir la calma llega otra, el mes casi termina, pero no podía irse sin llevarse a otra personaje, y ya entró junio, cuando la figura del cabalgar a lo lejos se ve venir, ahora son los meses los actuantes.

   Y todo cambia cuando uno se entera de la partida del mes. Teresa Magallanes, quien posiblemente no tuvo la repercusión de los otros. Una personaje del teatro, con sus últimos años trabajó en una oficina de la Secretaría de Cultura.

   Dirigió el Grupo Prometeo, tuvo sus alcances, su participación en la cultura local, en la mía aún más. Se atrevió en llevar a escena una obra de un autor en ciernes, con una obra con el tema menos socorrido ante la leyenda urbana aún no asimilada.

   Teresa Magallanes partió. Sigo en la pregunta: ¿De cuántos fragmentos se hace la vida? Un tiempo ya de la historia de ese señor de las mañanas. Ya no puedo preguntarle

   Un día dejan de hacerse presente. Pero su acción sigue. Una figura, una ventana, un decir aquí estoy, di, algo, porque quizá mañana ya no esté. Posible. Todo puede ser, hasta posible sólo una anécdota.

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