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Nosotras no Tenemos un Muro

Nosotras no Tenemos un Muro
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¿Y quién es Usted?
Por: José Ruíz Mercado

Dicen las radicales, los hombres no tienen el derecho de hablar por nosotras, en
parte estoy de acuerdo, cada uno se puede rascar con sus uñas. Así decía mi
abuela. Pero, fue de una mujer que me dijo: Hombre que entra a la cocina, huele a
caca de gallina. Fue de una mujer que escuché: Cuide a sus gallinas, comadre, mi
gallo anda suelto. Fue de una mujer cuando escuché decirle a un soldado: Córtele
hasta abajo. Trae el pelo de vieja.
Las sociedades libres reconocen la acción del otro, entienden sus limitaciones,
respetan el trabajo, conocen su historia; por lo tanto, los adjetivos para minimizar,
los alias, están fuera del lenguaje común.
Las sociedades libres desconocen las apariencias, comprenden al universo
parte del respeto a la cultura ejercida, conocer las diferencias, lejos de sentirse
agredidos, entienden la posibilidad de crecimiento personal.
Cuando mencionamos la radicalización de ciertos sectores sociales nos estamos
enfrentando a posiciones ideológicas, antes que un saber pensado, analizado,
cuestionado, puesto a disposición del conocimiento científico. Estamos ante una
reacción emocional.
Los grandes teóricos de los movimientos sociales nos comentan de posiciones
ahistóricas, en donde dichos sectores se posicionan de lo ideológico para tomar
bandera. Rosa Luxemburgo hace un estudio de dicho posicionamiento, llegando a
legitimar las reacciones.
De alguna manera estas manifestaciones son validas por su cercanía a las
necesidades del oprimido ante el opresor. La violencia desatada es una reacción
ante la misma violencia.
Lenin afirma el cómo y por qué del descontento se convierte, ante la falta de una
directriz, en manifestaciones que lejos de sumar, restan ante la fuerza de la
derecha manipuladora.
Ambos afirman en la emotividad, en lo ahistórico de quienes participan en estos
movimientos radicalizados originados por sociedades esclavistas. Pero, por otra
parte, sólo el esclavo liberará al amo. Según Plauto.
LA HISTORIA.
Los movimientos sociales, la lucha por el trato igualitario en México, tiene su
antecedente en la lucha magonista. Su sostén documental en el periódico
publicado por el Partido Liberal Mexicano, el cual aglutinó al movimiento
anarquista.
Los nombres Hermila Galindo, Elvia Carrillo Puerto, Esther Chapa, Juana Belén
Gutiérrez de Mendoza, son nombres que nunca debemos de olvidar. Sin ellas el
movimiento sufragista no tendría eco.
Junto con ellas instituciones defendidas, provocadas, estructuradas por un grupo
de mujeres valientes, como el Partido Feminista de Tabasco, La Liga femenil
Tapatía, el Primer Congreso Feminista, en 1916 en Yucatán, auspiciado por el
Gobernador Salvador Alvarado.
No olvidemos el cuestionamiento, la duda en sostener la organización de
mujeres por parte de Lázaro Cárdenas por ser, precisamente un grupo de
mujeres, las mas decididas activistas en la guerra cristera.

El movimiento feminista ha sido un bastión importante en la lucha por la
igualdad, el sostén de un país realmente libre. Sin un movimiento pensado,
organizado, dispuesto al cambio, la libertad jamás llegará.
El movimiento se ha dado, y seguirá, en todos los sectores. El crimen del ocho
de marzo no es para festejar. Las mujeres que conocen la historia jamás
esperarán un ramo de rosas porque esas flores están teñidas de sangre.
Socorro Merlín, gran investigadora del teatro mexicano, distinguida personalidad
en el Centro de Investigación Teatral Rodolfo Usigli (CITRU) del INBA, entre otros
muchos libros, en abril del 2000, escribió María Luisa Ocampo Mujer de Teatro.
Gracias a María Luisa Ocampo podemos hoy día saber de la obra del grupo de
los Pirandellos, conocidos como el grupo de los siete. Dramaturgos como Ricardo
Parada León, Carlos Noriega Hope, Francisco Monterde, no se conocerían. Ella
invirtió en la difusión y promoción de la obra; por eso he afirmado que se debería
de llamar el grupo de los ocho.
Y si hablamos de María Luisa Ocampo en el teatro, jamás podemos dejar de
lado a María Izquierdo, en la pintura, quien en su lucha igualitaria, más de una vez
cuestionó al Estado por su machismo, al argumentar: Nosotras no Tenemos un
Muro.

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