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México y sus desgracias

México y sus desgracias
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PARA QUE SE ENTERE

Blanca Nieves Palacios Barreda

La conocida frase de: “pobre México tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”, deberá cambiarse para decir: “pobre México tan lejos de Dios y en medio de E.U. y centro América”.

México y sus desgracias

Ha sido reconocido este país, como hospitalario, generoso, amable, alegre y trabajador; contrastando con esa imagen de, un mexicano flojo envuelto en un sarape, sentado bajo un nopal y con un sombrero que le tapa hasta los ojos, valiente, agresivo, dado al pleito y muy bueno para tomar tequila; una eufemística manera de llamarnos borrachos.

Y en un intento por aclarar esta situación, nos referiremos a los migrantes; personas que abandonan sus países debido, según lo dicen, a dos causas: la violencia y el desempleo.

Décadas atrás, se veía a pequeños grupos de hombres jóvenes y no tan jóvenes, cruzando la frontera sur de México, mayormente: guatemaltecos, hondureños, nicaragüenses y salvadoreños.

Se les veía por el río Suchiate ingresando a México en calidad de ilegales, llegando a Tenosique, Tabasco y a Ciudad Hidalgo, Chiapas, para abordar, a como diera lugar y se pudiera, al tren de carga, que se le dio en llamar, “La Bestia”, o el tren de la muerte, precisamente porque, muchos perdieron la vida al intentar subirse al techo de los vagones o quedaban mutilados, de piernas o brazo al caerse.

Los habitantes de esos lugares, de manera generosa, se aposentaban a lo largo del tren para, en bolsas con comida y botellas de agua dárselas, sabiendo que el viaje sería largo y peligroso; su destino era llegar a los Estados Unidos de América, buscando el llamado, “sueño americano”.

Algunos lograban ingresar a E.U. de manera ilegal, la mayoría eran atrapados y devueltos a cualquier ciudad de la frontera de México, otros se quedaron y son reconocidos por la falta de sus piernas, o brazos; deambulan por las calles de las ciudades de este país, ofreciendo en venta de lo que más se les facilite o pidiendo una moneda para poder comer; algunos ya con prótesis en sus extremidades, proporcionadas por algún Doctor o alguna organización ciudadana de beneficencia.

En la frontera norte, ciudadanos mexicanos hacían lo mismo, cruzando por el desierto o por el río Bravo, huyendo de la violencia y la falta de empleos en México, de gobiernos autoritarios y represivos, y de la pobreza que cada vez se acrecentaba más en su país.

Arriesgaban su vida en busca de ese maldito “sueño” que, a muchos les costó la vida; lo mismo ocurría, muchos eran detenidos por las patrullas fronterizas gringas y devueltos a México; salían diciendo: “lo voy a volver a intentar y de que entro, entro”.

Así se fue acrecentando el número de mexicanos que abandonaron su país, se quedaron a vivir en E.U. y son ya millones. Allá muchos siguen siendo vistos como delincuentes por haber ingresado a la mala, sin los papeles que exigen las autoridades de E.U.; aquí se les reconoce como “héroes”, por enviar dólares a sus familiares, pero aquí, sigue existiendo la pobreza y la violencia ha alcanzado dimensiones impensables.

Hoy vemos los mexicanos las caravanas, que no grupos, que van desde 5 mil a 10 mil personas, hombres jóvenes, mujeres con niños, familias enteras, a las que se les han agregado haitianos, cubanos, ya no se suben a la “Bestia”; dicen caminar miles de kilómetros para llegar a la frontera de E.U., sabiendo que, no los dejaran entrar.

E.U. con su poderío mandata al gobierno mexicano detenga esas caravanas y bajo amenazas, sobre todo de tipo comercial, ha venido dando cumplimiento a ese mandato. No estamos pudiendo en México, ni como gobierno ni como ciudadanos, con este fenómeno migratorio

Hoy, el gobierno mexicano pide al gobierno estadunidense que, para evitar esas caravanas que quieren ingresar a su país y que, inexplicablemente han surgido desde el inicio de este gobierno lopezobradorista, apoye a los países del sur de América, con programas de empleo; de justicia seria, pues E.U. ha explotado y expropiado de todas sus riquezas a todos estos países del centro y sur de América a su antojo.

En tanto muchos mexicanos, otrora hospitalarios y generosos con los migrantes, ya los ven como una verdadera amenaza y surgen las preguntas: ¿se vienen de sus países por la violencia y pobreza?, ¿que no estarán enterados de cuál es la situación que los mexicanos estamos padeciendo? y, la principal duda, ¿quién los organiza?, si difícil resulta ante cualquier problema que padecemos los mexicanos, en una cuadra nos podemos organizar.

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