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Como Novela
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¿Y quién Usted?
Por: José Ruíz Mercado
Después de ese 1969 todo pudo cambiar. Un año después se traducía al español. Para 1972 fue llevada a la pantalla. Sin duda la necesidad de hablar del tema para la sociedad de su momento era urgente.
Tan Urgente que para ese año del filme ya llevaba cuarenta ediciones. Una novela con poco más de cuatrocientos cuarenta páginas. Editorial Grijalbo, con sede en Barcelona fue la responsable de llevarla a impresión.
Visión del mundo más clara de la circunstancia americana no pudo existir que la del ítalo americano Mario [Francis] Puzo, nacido en Manhattan el 15 de octubre de 1920 y fallecido en Bay Shore, el 2 de julio de 1999.
Ya antes, en 1965, escribió La Mamma, la cual, a decir de él mismo, superó, en mucho, la obra que lo llevó a la fama. El Padrino entra a las entrañas, no del poder, sino de las consecuencias del racismo.
Toda acción tiene una reacción. En los inicios del Siglo XX emigrantes italianos llegan a los Estados Unidos. La historia de los emigrantes, sean del espacio que sean, tienen una similitud. Unos se resguardan en el núcleo familiar (guardando sus usos y costumbres), otros intentan asimilar la identidad donde llegaron.
El Padrino recoge la voz del emigrante, la organización al interior. Eso la convierte en una novela de época, al mismo tiempo que una muestra de la lucha a la cual se enfrenta una parte de la población para sobrevivir.
Más allá de eso. La solidaridad presente. Sentimiento de raza. Expresión de un conglomerado, los hijos de ningún lado porque son íntegros pertenecientes a un grupo.
El Padrino, la novela, hereda el realismo de los grandes de la literatura rusa. Ahí están La Guerra y la Paz, los Hermanos Karamazov, y los autores llegan, desfilan con su humanística herencia. Mario es el humanista descendiente de Mario Bross.
Para los años ochenta Puzo escribió un guion para otro emigrante. En este planeta somos hijos de todas partes. Nadie es auténtico. Los grupos étnicos desde la conquista de su territorio se resguardaron en familia para cuidar sus tradiciones a pesar de quienes pactaron con los gobernantes para obtener prebendas.
“Creíste que América era un paraíso. Tenías un buen negocio y vivías muy bien. Pensaste que el mundo era un edén del que podías tomar todo lo bueno que quisieras. Nunca te preocupaste de rodearte de buenos y verdaderos amigos”
La voz del Don con la sabiduría de quien ha recorrido todos los caminos se deja escuchar como reflexión antes que reclamo, con el conocimiento ganado a la vida, y como no “si desde los doce años han intentado matarme” dice unas páginas más.
Mario Puzo, que no es Mario Bross, escribió La Saga de Superman. El emigrante del espacio, a quien las ruinas de su tierra le hacen daño. Una metáfora total en donde la esencia es el viaje.
Pareciera la historia de las sociedades modernas provenir de un orfanatorio. Por eso Donald Dug tiene sobrinos quienes le hacen la vida imposible, y tiene que defenderse con todo el armamento posible de las ardillas. Juguemos a la guerra, a que somos soldados, a que usamos las armas.
Ah, la inocencia de la diversión de infante. Justificamos la guerra, la Primera o la Segunda, o Corea, o Viet Nam, no importa cual, todo es diversión para los niños huérfanos de la tierra.
Mario Puzo no es Mario Bross, a pesar de que ambos son italianos en su origen, porque Puzo jamás ha consumido hongos y Bross los saca hasta de las cañerías que arregla en compañía de Luigi. Este mundo es de novela, con drones incluido. Lo estamos reproduciendo.
Reflexión aparte en este tiempo de balazos, aviones y demás. Y revive el Ratón Vaquero, con su estructura jazzística, y revive Media Hora de Balazos con Cri Cri y Chava Flores. Todo para los huérfanos del universo. Como novela.


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