Observando
No oigo, no veo, no hablo. Tragedia Teuchitlán, Jalisco
Guadalajara, Jalisco.- Normalizar la violencia, las desapariciones, los crematorios clandestinos se ha vuelto deshumanizante e infrahumano. Lo que ha sucedido en Teuchitlán, Jalisco es un reflejo de la podredumbre social, política y económica que existe a nivel nacional, estatal y municipal.
Cómo película de terror se describe los campos de exterminio de Teuchitlán, Jalisco; campos de reclutamiento de jóvenes, mujeres, hombres, y aún niñez para trabajar para el crimen organizando; la pregunta cabe -cuándo nos acostumbramos al olor fétido de la sangre y muerte? 1500 personas han sido presuntamente asesinadas en los crematorios de Teuchitlán, Jalisco., unos crematorios que según ya estaban en el radar de las autoridades: –¿qué pasó? ¿omisión? ¿complicidad? ¿negligencia en las investigaciones?- muchas preguntas pueden hacerse, lo fáctico, lo real, es que si hubieran hecho bien su trabajo las autoridades muchas personas hoy estarían con vida.
Hasta que la violencia toca a su puerta la sociedad voltea. No toda, pero la gran mayoría.
La indiferencia es violencia. Y ante el estrado gubernamental sólo queda decir que la insensibilidad raya en deshumanidad.
Infinidad de jóvenes tanto hombres como mujeres han perdido la vida víctimas del crimen y de la delincuencia organizada; una delincuencia tan bien organizada que rebasa cualquier organización de gobierno y ciudadana para parar la descomposición social, una realidad que el gobierno desestima ante la nula prevención de la violencia, ante las nulas estrategias de seguridad y ante la nula responsabilidad de dar orden y paz a la sociedad como parte de su responsabilidad.
México y Jalisco un país y estado desolado y desangrado ante autoridades y sociedad insulsas y alineadas, en un no oigo, no veo, no hablo hasta que toque.
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