¿Y quién es usted?
Por: José Ruíz Mercado
Surgen los grandes detentores de la verdad. Primero inician con lo mejor de, para continuar con somos los mejores. Al no haber competencia, entonces generan una que termina en la misma.
Al dejar de existir competencia viene el deterioro. La pobreza impera. En la economía el capital queda en pocas manos, el resto de la sociedad en obreros. La política también se monopoliza. El conflicto no es de carácter económico, sino de control. Como soy el bueno y soy el único, nadie se atreva a cuestionar La pobreza se presenta en las ideas, para enseguida imponerse por la fuerza armada.
En lo referente al arte el ejercicio monopólico también se da. Los muralistas lo hicieron por un largo periodo, incluso lo llegaron a ejercer impidiendo a algunas pintoras la adquisición de un mural. María Izquierdo, tan sólo por sostener un ejemplo.
En la escena la problemática se percibe a partir de un estancamiento, el cual, a la larga delimita el crecimiento. Los modelos se vuelven únicos, por lo tanto, nadie puede atreverse al arriesgue. El modelo existe.
Cada sociedad responde a una estructura política, y esta se legitima en el lenguaje. Las estructuras comunicativas tienden a ofrecer una respuesta a esta legitimización. La confirmación se da entonces en la reproducción ideológica en donde, tanto las instituciones de carácter religioso como civil participan.
Este párrafo corresponde a parte de una investigación publicada hace unos años (2004) para Vervuert, en Frankfurt. La retomo por parecerme que lo dicho ahí no pierde vigencia ante una estructura metodológica.
Una sociedad monopólica responde a estímulos de esta naturaleza. La mentalidad emanada del discurso lo mantiene como real y, le resulta difícil cambiar de parecer al perder la memoria colectiva y caer en una amnesia histórica.
Dentro de esa amnesia histórica pareciera todo haber iniciado en un presente inmediato ¿Pero hasta donde se puede catalogar el presente? Es más ¿Existe? La inmovilidad es la constante. Sin consecuencia.
Por eso, lo que debiera ser una reflexión es motivo de festejo. Los días conmemorativos tienen un antecedente trágico, cruel. No hay festejo actual cuyo antecedente sea esto.
En el arte el presentismo rifa. Todo es a partir de que lo supe. En el mejor de los casos, pero no deja de ser amnesia, mi generación lo propuso. El lenguaje está limitado, o dicho más certero: El discurso ideológico busca la legitimización del lenguaje.
Los monopolios en el teatro generan una minimización mayor. Rompen con la visión de la familia teatral para entrar en un esquema de fácil compra venta. Inician por comprar las obras de temporada. Las navideñas, las de primavera, las de aventuras, luego le dan un toque especial para volverlas espectaculares.
Las cadenas del espectáculo mueven las figuras de moda, hacen sus propias escuelas, para buscar de ahí, la mano de obra barata para cuando un elenco sale de gira.
Son escuelas de alto rendimiento en donde nadie puede buscar un estilo propio porque la empresa así los enseñó. Los monopolios de la educación. Cuando uno entra a una escuela de estas, bueno, los más probable es que eso desee. El problema radica en el seguimiento esquemático de las universidades.
EL OTRO DISCURSO
Cuando una urbe cae en este esquema viene la decadencia del arte. Pero, la competencia entre los obreros calificados. El monopolio está fuerte, se defiende ante la competencia de otras urbes.
Mientras, las urbes que no han caído en esto sostienen el compromiso. Busca, apuesta, arriesga y hasta es posible que logre exportar como antes lo hacían los grupos con discurso propio, luego las universidades. Ahora ya ni estas.
En el norte del país, principalmente, Ciudad Juárez y Hermosillo, el teatro está dando de que hablar. Con autores como Roberto Corella, Raúl Valles, la apuesta sigue.
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