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Paloma, Una Paloma

Paloma, Una Paloma
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¿Y quién es Usted?

José Ruíz Mercado

Paloma, Una Paloma

Tómese un café. Vale la pena la ocasión. Vayamos al Teatro Experimental de
Jalisco con el elenco de Félix Vargas. El corrido dice, eran los años setenta, muy
presente tengo yo.

Los buenos años con Rigoberto Silva, Luis Manuel Mercado. No lo recuerdo muy
bien ¿Ya le decían de La Paloma? ¿O fue después? No, creo fue antes, finales de
los sesenta ¿Andaba por ahí Miguel González Gómez, el maestro de la
Preparatoria dos?

Las fechas se me olvidan. Con mucho mayor razón los nombres ¡Para eso
sirven los documentos! Lo sé, lo sé. El reproche es mutuo. Bebemos el café
mientras buscamos en los cajones del escritorio, en los archivos de la
computadora.

Charlamos por momentos. Claro, la historia de un amigo tiene demasiados
ángulos, tantos como que parece uno conocerle y luego no es verdad, surgen más
datos, de los actuales, pero, un individuo es fruto de su pasado, de como juega
con este para librar su futuro.

Un individuo es fruto de su pasado, sí, pero no exclusivo de uno, sino de la
convivencia, de cercanos y no tanto. La historia amigo, se hace así. Y es el
mañana lo auténtico, lo verdadero ¡Qué complejo es todo esto!
Un día lo vi venir vestido de manta, con una vara de bambú en la mano, una
paloma al hombro. Visto así porque este es el traje de gala de mis ancestros, lo
dijo con firmeza.

Los tiempos. Un instante para dejar de verlo. Se fue a la sierra y ni lo supimos,
regresó con una cantidad de música, alguna en hojas de cuaderno, otras en papel
amate: Esta es la vida, nos dijo.

Tomó la guitarra para darle cuerpo a esas hojas. Tocó, tocó por horas antes de
permitir llegar al sonido. Así, como un duende de cuento, con la paloma al hombro,
hizo vibrar la conciencia.

Esto es parte de la memoria colectiva. La memoria no termina, se trasforma,
nace una y otra vez, somos historia, ente activo. Cada frase, cada nota es una
como verdadero, propio. No es rescate, es vivencia.

Luis Manuel se volvió cada día más complejo. Las culturas primigenias estaban
con él, cada vez más él. Su vestimenta no era wirarika, a pesar de algunos
destellos, no era rarámuri. Era él.

El vestir es la integridad humana. El cambio de vestimenta fue una forma de
conquista. Nos quitaron nuestras fiestas, nos quitaron nuestras creencias, ya no
hay más en qué pensar; decía mientras cantaba.

Luego se le vio ante las cámaras de Canal Cuatro, lo que se llamó Televicentro
Guadalajara, ahí, por la Avenida Alemania. Luis Manuel El de la Paloma, el músico
vestido de manta con paloma al hombro.

De nuevo se dejó de ver. De nuevo regresó con música, con documentos donde
se decía la ideología implícita, los orígenes, los ancestros, la comunidad de la
sierra, la visión.

Fueron tiempos pesados. Ahora sí, esos setenta. Fueron tiempos donde se
requería estar firme, sin doblegarse. Me pregunto ¿En qué momento la vida ha
sido diferente?

Escribió teatro, actuó, investigó. Convirtió de sí mismo un personaje: Personae,
la integridad. Luis Manuel El de la Paloma. Personaje de sí mismo, provocador
insólito, irreverente terrible cuestionador de lo actual.

El Corrido dice: Eran los años setenta; cincuenta años después, posible hasta
más, esperamos ver a Luis Manuel. Vuela, vuela, paloma blanca, Luis Manuel.

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Paloma, Una Paloma

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